"¿Qué te parece que ahora la mayoría de puestos de trabajo del campo los ocupen gente de fuera de Cartaya?": pregunta Jordi Évole a una vecina del municipio andaluz. "La verdad que no me parece bien. Hay mucha gente del pueblo que quiere trabajar en el campo o en los almacenes. Sobre todo en el campo, y no tienen la oportunidad", destaca la mujer.
Pero Jordi Évole afirma que "han salido estadísticas que dicen que de todas las plazas que se ofertan, primero se ofertan para los autóctonos pero esas plazas no se ocupan. En concreto, de las más de 20.000 plazas que se ofertan, solo se ocupan 1.000. Por lo que hay que buscar a gente de fuera obligatoriamente".
Pero la señora destaca que sus dos hijos "echaron el currículum en varios campos y a ninguno de los dos lo llamaron, sin embargo, entraron gente de fuera para coger arándanos". Esta conversación hace al periodista preguntarse si en Cartaya ha crecido el racismo a medida que han llegado más gente extranjera.
"Yo no soy racista pero que los extranjeros vengan, trabajen y se vayan", afirma una señora. Un pensamiento que comparte una vecina, que, también se declara no racista: "Todo el que venga lo apoyo, vienen a trabajar, punto. Pero que haya 20 extranjeros y cinco de España... meted a la gente que está aquí antes, digo yo". "Hay que acoger a la gente, pero siempre que se pueda y a nivel de país me parece que es masivo", concluye otra mujer.
La abogada de la Organización Internacional 'Women's Link' tiene una respuesta para todos aquellos que alegan que las denuncias que las temporeras ponen a sus jefes por abusos sexuales se realizan para lograr quedarse en España: "Ellas lo que quieren es venir a trabajar. Y si ellas denuncian, no van a poder volver en temporadas siguientes".
Además, Aintzane Márquez afirma que "el miedo está en, precisamente, denunciar por el riesgo que corren en su país por dicho estigma": "Yo creo que la discriminación también está en que ellas no pueden salir hablando abiertamente de su caso, que tengo que salir yo".
Antonio Luís Martín 'Curi', empresario fresero, habla con Jordi Évole sobre las denuncias que varias temporeras han puesto a varios manijeros, los encargados del campo, por abusos sexuales: "Yo tengo una manijera. Me gusta que sean las mujeres con las mujeres. Con el tema de los manijeros, de que se meten con las mujeres, los abusos que dicen que hay. Así que yo no tengo un hombre por si acaso".
"Los abusos, el invento este que he visto. Yo pienso más a lo mejor en otras cosas y que tergiversa la información de gente que viene por la noche a merodear por los campos", afirma 'Curi'. Unas palabras que dejan tan sorprendido a Jordi Évole. "¿Qué buscan?", pregunta el periodista al empresario. "Buscan la carne. La carne humana, ¿qué van a buscar?", responde tajante 'Curi'.
"Estando embarazada se metió su manijero dentro de la casa y le dijo 'friki-friki', que es la palabra del campo con la que pide que se acueste con él", explica una joven a Jordi Évole sobre el acoso que vio en primera persona de un encargado a una temporera.
"Entonces, la mujer, según como ella pudo explicarle, porque no sabe hablar español, le dijo que no, que estaba embarazada y que era Ramadán, que no la podía tocar; él le dijo que no pasaba nada, que le podía hacer otras cosas", continúa la mujer.
Una temporera recuerda en Salvados cómo un día mientras estaba en el campo cogiendo fresas vivió una situación machista por un manijero: "Me dijo que iban a empezar ya con la fresa, que si quería entrar, que ya sabía. O me acostaba con él o no trabajaría".
Aunque la mujer destaca que su respuesta fue tajante y le dijo que eso se lo tendrá que decir "su encargado", afirma que otras mujeres "habrán tragado" para conseguir el trabajo.
Valencia, día uno
El alcalde de Alfafar confiesa que estaba "tirando de una señora para que no se la llevase la corriente" cuando saltó la alarma
Mientras que unos pedían helicópteros para buscar a sus vecinos ya desaparecidos, otros convertían sus ayuntamientos en auténticos refugios. En Alfafar, su alcalde rescataba a una vecina.