Claudia es residente de médico de familia en un hospital y tiene dos hijas. Cuenta a Gonzo que siempre quiso tener tres hijos: "Siempre he querido ser mamá y tener tres". Cuando Emma, la mayor, no había cumplido los tres años se volvió a quedar embarazada de su segundo hijo, Miguel, pero en las 20 semanas de embarazo diagnosticaron al pequeño holoprosencefalia: "Es que, en vez del cerebro formarse por dos hemisferios, solo se forma como uno".

"Entonces eso es incompatible con la vida", explica emocionada Claudia, que recuerda cómo la ginecóloga le dijo que a Miguel le quedaba "muy poquito tiempo". "Yo no tomé ninguna decisión. Ya sabía que Miguel no tenía opción ninguna de continuar adelante y decidí en ese momento interrumpir", cuenta Claudia, que recuerda su experiencia en el Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia. Al decidir abortar, desde el Hospital público le mandaron a una clínica privada para inducirle el parto.

"Pensaba que era algo que se haría en el hospital", afirma la joven, que explica cómo el hospital siempre deriva a las mujeres a esa clínica, una clínica que tenía muy malas críticas por lo que decidió acudir a otra en Madrid. Claudia tuvo que esperar dos semanas para abortar. Un tiempo terrible para ella en la que afirma que seguía notando las patadas de su bebé dentro sabiendo que no iba a seguir adelante. "Cada patada era una puñalada", cuenta a Gonzo en el vídeo principal de esta noticia.

"Tenía claro que me moría allí"

"Me asusté cuando vi al médico y a la matrona agobiadas sin saber qué hacer", afirma Claudia sobre lo trágico que fue abortar en una clínica privada de Madrid en la que estuvo a punto de morir.