Objetivos de la extrema derecha
Las dos bombas que les pusieron a Víctor Manuel y a Ana Belén en su casa en 1975 los 'Guerrilleros de Cristo Rey' y "un tío de extrema derecha"
En un bar castizo de Madrid, Gonzo conversa con Víctor Manuel para Salvados. A sus 78 años, el cantautor recuerda la censura, el miedo y las bombas mientras revela cómo usó la música para seguir luchando.

En un bar de Madrid, castizo y de los de antes, de los que ya pocos quedan en la capital, Gonzo y Víctor Manuel se encuentran en este Salvados. Nieto de un fusilado e hijo de ferroviario, Víctor Manuel ha cantado durante seis décadas las contradicciones de España y los sentimientos compartidos de generaciones enteras, siempre con un tono cercano, de confidencia.
Entre vasos y mesas de madera, el recuerdo de su juventud en los años setenta emerge con fuerza, con el régimen y el dictador todavía vivo y él siendo miembro del PCE y del movimiento antifranquista. "Paso más miedo ahora, cuando me he acercado al sitio donde vivíamos Ana (Belén) y yo. Ahora sí me acojono. Digo: '¿Pero cómo hemos podido vivir aquí? Aquí llega un tío, nos acachina y nos encuentran al cabo de tres meses", reflexiona ahora.
Las dos bombas
Su militancia política lo convirtió en objetivo de grupos ultraderechistas. En esta conversación recuerda cómo les colocaron dos bombas en 1975: una en la casa en la que vivían y otra, en la que estaban construyendo en Torrelodones.
Un petardo voló la puerta principal y llevaba la inscripción 'Guerrilleros de Cristo Rey'. Otro, rompió el forjado de la obra de arriba a abajo. El sargento de la Guardia Civil del municipio madrileño quiso entonces restar importancia al atentado: "Esto ha sido el aire". Víctor respondió con ironía: "Levante usted acta de que el aire me ha derribado media casa".
Décadas después, se supo quién estaba detrás de esos ataques. "Después supimos quién había hecho eso. Al cabo de muchos años abrimos El País y vemos una información sobre un señor detenido por lo siguiente: en la calle Cardenal Cisneros estaba entorpeciendo el tráfico, uno le tocó el claxon desde atrás, él se bajó del coche, sacó una pistola y le pegó un tiro. Entonces lo redujeron, lo llevaron a comisaría, y allí -entre golpes- empezó a contar lo que había hecho. Había puesto una bomba en una papelera en Malasaña, había matado a una embarazada, había dejado herido al marido, había colocado otra que mató a un bedel de El País, apellidado Fraguas, y había puesto dos bombas en la casa de los artistas de Torrelodones". Los artistas de Torrelodones eran Víctor y Ana.
"Así supimos quién había sido: un tipo de extrema derecha del propio pueblo. En ese momento ya estaba en Brasil, con un chiringuito en una playa, muy acomodado. Había pasado unos años de cárcel, pocos, y cuando salió, se escapó", añade.
Seguir cantando para seguir "tocando los cojones"
A pesar del peligro, Víctor Manuel nunca se dejó amedrentar. "Pero es que acojonarte... Lo siguiente es irte a tu casa y no salir. Entonces yo me dedicaba a cantar y no tenía ninguna otra profesión. Me parecía que merecía la pena seguir tocando los cojones". Un 'mantra' que le permitió seguir adelante en los duros años del franquismo.
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