Los 80 fueron años de libertad gracias a la recién estrenada democracia. Una nueva realidad que se vivía con especial intensidad en la costa valenciana, ya que los vientos del cambio venían acompañados de una privilegiada ubicación geográfica, un incesante intercambio comercial y una masiva llegada de turistas europeos. Un cóctel que posibilitó una explosiva etapa de creatividad que dio lugar a lo que más tarde, a finales de la década y principios de los 90, se denominaría la Ruta del Bakalao, o 'Ruta Destroyer'.

Todo un fenómeno social que movilizaba a cientos de miles de personas de fuera y dentro de nuestras fronteras cada fin de semana y que ahora estudia en profundidad Iñaki López en 'Pongamos que hablo de...' con entrevistas a personalidades relevantes que vivieron aquella época con intensidad.

La Ruta traía consigo nuevos sonidos que venían, sobre todo, de Reino Unido y Centroeuropa. Músicas que se oyeron en primer lugar en Barraca, una discoteca ubicada en el término municipal de Sueca, a pocos metros de la playa. Pero Barraca fue mucho más que una discoteca con música moderna. Allí se sucedieron inolvidables noches con espectáculos vanguardistas.

Al éxito repentino de Barraca se sumó la apertura de otras discotecas a su alrededor, como Chocolate y Spook Factory, cada una de ellas con una personalidad muy marcada, lo que hacía que los públicos de unas y otras fuesen bien distintos.

A estas tres salas se unieron pronto otras muchas, que configuraron el mapa con los puntos de 'peregrinación' que muchos fieles visitaban cada viernes, sábado y/o domingo. Pero la Ruta era más que un fenómeno cultural y sobre ella pesa una negra historia que habla de abuso de drogas y alcohol, fiestas interminables y desfasadas, noches de desenfreno y accidentes de tráfico.

Esta noche, en laSexta, 'Pongamos que hablo de la Ruta del Bakalao'.