LaRuta del Bakalao traspasó pronto las fronteras de la Comunitat Valenciana y España para convertirse en un fenómeno mundial. Decenas de miles de personas de todas las nacionalidades acudían a diario, pero sobre todo, los fines de semana, a las discotecas que eran paradas obligatorias en esta peculiar peregrinación. Tantas, que las salas no tenían espacio para todas ellas.

"Se calcula que hasta 20.000 personas intentaban acceder cada semana a una discoteca llamada NOD. Fue así cómo se creó la llamada 'cultura del parking'", explica Iñaki López en 'Pongamos que hablo de...'. "Lo que hoy se llama botellón", resume la presentadora María Abradelo en el documental. "Se colocaban miles y miles de coches a hacer su fiesta", añade.

Kike Jaén, DJ en NOD explica el porqué de este fenómeno. "Teníamos campo alrededor, huerta y la gente estaba muy a gusto fuera. De hecho, había incluso un río, el río Turia, y la gente se llevaba colchonetas y flotadores y se bajaba a bañarse", cuenta. "Incluso llegamos a contratar un circo con elefantes y malabaristas que estaban por el parking haciendo su show. La gente alucinaba. Imagínate a una persona que ya iba un poco tocada del ala y que llegue allí y diga 'madre mía,Así se creó la 'cultura del parking' en la Ruta del Bakalao: "Llegamos a contratar un circo con elefantes para el parking"", dice entre risas.

En los parkings se hacían paellas y había autobuses médicos. "La gente estaba con las litronas con una naturalidad pasmosa", recuerda José Manuel Casañ, vocalista de Seguridad Social.

El aforo no era el único aspecto que limitaba el acceso a las salas. El motivo económico también pesaba, y mucho. "Con estar al calor del parking se contentaban", explica Joan M. Oleaque, periodista y autor de 'En éxtasis'.