La policía acude con rapidez hasta un domicilio en el que, presuntamente, una mujer ha sido maltratada. Los bomberos ya están presentes. Explican que la mujer ha tenido una riña con su novio, y que se ha tirado al interior del patio de donde no puede salir. La Policía Local tiene retenido al presunto agresor.

Introducen una escalera. Rescatan a la mujer, que cuenta su versión. Comenta que se encontraba en casa junto a su novio, quien había bebido de más. En una discusión, la ha agredido y ha amenazado con matarla. Por ese motivo, ha huido hasta esconderse en el patio. Con la intención de llevar a la mujer a la Casa de Socorro, un policía local comenta que la versión de la dueña de la casa es diferente. Se adentran en el domicilio y hablan con ella. Explica que, en verdad, ha sido la mujer quien ha agredido al hombre. Le ha proferido un puñetazo, y le ha mordido en el brazo.

Otra compañera de piso confirma la versión de la dueña. Toman declaración al presunto agresor. Este afirma que no la ha agredido. Reconoce haber bebido, y cuenta que se iban a casar el día anterior en el registro civil. Lo cachean. Descubren que el hombre lleva una pulsera usada para el control de una orden de alejamiento.

La dueña continúa declarando. Cuenta que el hombre estaba hablando con su ex mujer por teléfono, con la que tiene establecida la orden de alejamiento, y con la que comparte dos hijos. Dice que a la chica le ha dado un ataque de celos, y ha comenzado a agredirlo. Y que exclamaba que se iba a cortar el cuello.