Alberto Chicote no dudó en acceder a un reto que trascendía fronteras. El tablao flamenco 'ELE' le esperaba en los Países Bajos acompañado de Fermín, el propietario del local, que nada más llegar, demostró al chef de Pesadilla en la cocina su confianza en él: había creado un altar en su honor.

Sin embargo, al probar sus mejores platos, Alberto Chicote pudo saber qué era lo que fallaba en 'ELE' para que el negocio se estuviera yendo a pique: chorizo al fuego con alcohol de quemar de dudosa salubridad, tortilla al puro estilo de una "ensalada cuajada" y berenjenas con tal "grasaza" que "podría quedarse años en los riñones".

Pero, lejos de tirar la toalla, Fermín quiso sorprender a Chicote para que conociera su arte español, dedicándole una rumba entre plato y plato. Entonces, Fermín le explicó al chef de Pesadilla en la cocina que el show era parte del servicio.

Sin embargo, más que animar, Fermín estaba provocando un colapso que impedía a trabajadores y clientes continuar con el servicio. Con todo un karaoke al ritmo de 'La Macarena', el chef Alberto Chicote presenció el primer servicio de cenas del 'ELE'.

El 'arte' del propietario y sus ganas de fiesta empezaron a obstaculizar el trabajo de los camareros, que le esquivaban con la guitarra para poder servir los platos, además de provocar el desagrado de alguno de los presentes.

Los continuos desencuentros entre camareros y propietario acabaron por enfadar a Chicote, que consideraba una tomadura de pelo el ambiente festivo en una situación crítica para el restaurante. Sin embargo, Fermín intentó convencer a Alberto Chicote que si no funcionaba el 'ELE' no era por su culpa, sino por la lentitud de la cocina.

Una actitud del propietario que acabó por hacer perder los nervios al chef de Pesadilla en la cocina cuando Fermín decidió llevar unas copas para animar y "refrescar" a su plantilla. Sin dudarlo, Chicote le echó del local: "Yo no vengo aquí a hacer el gilipollas", zanjó.

Para intentar comprender su actitud dispersa y disparatada e intentar enmendar la situación, Alberto Chicote quedó con Fermín. El propietario le explicó los problemas económicos que tenía el restaurante, razón por la cual necesitaba "desahogarse".

Sin embargo, Fermín olvidó su responsabilidad de nuevo a cargo de la sala del 'ELE' y cogió su guitarra para animar al personal, mientras los camareros intentaban hacer su trabajo. Los hechos enfadaron a Alberto Chicote, que cortó por lo sano. Cogió la guitarra y espetó "¡a tomar por culo la bicicleta!" antes de sacarla del local.

Pero finalmente llegó el momento, el equipo de reformas de Pesadilla en la cocina convirtió el 'ELE' en un restaurante auténticamente español y moderno. Con 1,400 claveles, el equipo de Pesadilla en la cocina pudo transformar un restaurante que "parecía la casa de Frodo" en un nuevo local con mucho corazón y mucho alma, decorado como una taberna.

Tras la reforma, arrancó el servicio de reapertura con la plantilla de cocina del 'ELE' perdida con las nuevas recetas. Fermín intentó reforzar con Miguel, el jefe de sala, pero se empezó a liar con las comandas y retrasa los platos.