Hasta Marbella se traslada el chef Alberto Chicote para reflotar ‘El Pozo Viejo’. Para hacerlo, comienza por probar los platos del restaurante. La carta es “la típica carta de un hotel de los años 90 en la costa”, comenta.
La degustación de la comida es “aburrida”. El tartar de aguacate le cansa y la lechuga de la ensalada mixta sabe a lejía. Un comentario que Manolo, el cocinero, lo justifica diciendo que es debido al paño que le ha puesto encima.
Mientras espera los demás platos, a Chicote le llama la atención que haya gente que entre al local y se vaya sin consumir. La propietaria le comenta que hay un pozo en el patio que la gente visita y se fotografía. Para el Alberto, “una joya”.
El lenguado al champan está bueno pero está fuera de lugar. Y es que “no vendría a Marbella a comerme esto, igual que no iría a París a comerme una paella”. Una crítica que tampoco acepta el chef del ‘El Pozo Viejo’.
Por último, llega el strogonoff, que “es igual de aburrido que todo lo demás”. “Es como darle al botón y llegar a 1990”, le dice a la camarera.
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