El chef de Pesadilla en la cocina, Alberto Chicote, se desplaza hasta Sant Boi de Llobregat para ayudar a El submarino, un 'food truck' que hace aguas por todas partes.

Para conocer por qué falla el negocio de comida ambulante, Alberto Chicote prueba el pequeño menú que ofrece El submarino. Con el primer plato lo tiene claro: "¿Los montaditos? Una mierda".

Tras degustar los platos, el chef Alberto Chicote conoce cómo es El submarino por dentro. Un lugar pequeño y que tiene el suelo encharcado. Manuel, el propietario, le explica la razón que deja al conductor de Pesadilla en la cocina ojiplático.

Antes de nada, Manuel le enseña al chef la atracción virtual que tiene en la parte de arriba del 'food truck' que al igual que el negocio, falla. "Si no funciona la realidad virtual se convierte en una realidad de mierda", comenta Chicote.

El primer servicio llega a El submarino y empieza siendo caótico. Manuel se dedica a mandar a base de gritos y Carmen y Verónica, cansadas de su actitud, abandonan el "barco".

Tras el abandono, los comensales se van de El submarino sin comer y el dueño se queda totalmente solo después de que Carmen y Verónica abandonen el 'food truck'. A pesar de ello, Manuel sigue apostando por su idea de negocio que cree que es un éxito y cuestiona la profesionalidad del chef. "¿No te has equivocado nunca?", le desafía.

Ante tan situación, Alberto Chicote se reúne con Carmen y Manuel para ver si cuenta con ellos como equipo, pero antes, tienen una conversación pendiente y tienen que aclarar en qué punto de la relación se encuentran. Para ella, "la relación está prácticamente terminada".

Después de darse una oportunidad y reformar El submarino, arranca el servicio de reapertura que se desarrolla entre cagada y cagada de Manuel. "No te mato porque voy al talego después", comenta Chicote. Afortunadamente, salen a flote y termina el servicio siendo un éxito.