Los clientes de 'La Tarantella' se quejan de la comida del restaurante y devuelven los platos, o bien porque están quemados, como es el caso de las pizzas; o bien porque les están dando algo que no es. Tras tanta queja, Nicola se enciende y carga contra sus comensales. Sin embargo, Chicote descubre que lo que dicen en sala es verdad.

El chef de Pesadilla en la cocina es testigo del primer servicio de 'La Tarantella'. Allí descubre por qué la pizza que le sirvió por la mañana estaba quemada. El horno lo tiene a 320 grados y todas las masas se le acaban quemando. "La pizza no está quemada, está muy hecha", le responde a Chicote. Los clientes no tardan en quejarse del plato.

Pero no es la única queja. Unos clientes italianos se quejan de la burrata. Y es que aseguran que es mozzarella y se la han intentado colar. Un cambio por el que Nicola se cabrea y carga contra ellos. "Le meo en la cara, yo vendo millones de burratas. Diles que se vayan o les echo yo a patadas a esta gente", grita en la cocina.

Sin embargo, tras hacer las comprobaciones pertinentes, Carmen se da cuenta de que el cliente tenía razón y había confundido la mozzarella con la burrata. "Primero nos cagamos en los clientes porque no saben lo que comen y luego resulta que les estamos dando lo que no es", comenta Chicote.

Otros momentos destacados

El servicio de reapertura supone un gran avance con respecto a lo que se encuentra Chicote el primer día que visita el restaurante. En la revisión de la cocina, el chef está a punto de vomitar por el olor de un tupper que estaba en las cámaras.

Sin embargo, el desorden y la falta de higiene son la punta del iceberg de un sistema caótico que llevará a Chicote a imponer sus normas ante la negativa del dueño de 'La Tarantella' a cambiar.

Tras conocer un poco más el restaurante y a sus dueños, Chicote descubre que el declive del restaurante comenzó tras la enfermedad de Carmen, la dueña: "Me levanté un día y no podía caminar".

A pesar del buen trabajo de todos, la reapertura no es todo lo feliz que debiera ser porque Nicola recibe la amarga noticia de la muerte de su padre la noche previa. El cocinero dedica este servicio a su padre, al que no veía desde hacía cinco años.