Alberto Chicote reúne al personal de El Rincón de Montse e invita también a la dueña del local, Montse -que es quien ha llamado a Alberto Chicote- ya que sufre las consecuencias de la mala gestión del restaurante.

Montse comunica la decisión que ha tomado tras presenciar un servicio caótico y comprobar las desastrosas condiciones en las que se encuentra su local. "Miguel y Paula, deberíais darme las llaves del local. Esto no se arregla porque no veo que tengáis la capacidad de sacarlo adelante", asegura. Montse apela a Paula para que convenza a su marido ya que no quiere que pidan "dinero a un prestamista" ni sentirse "responsable" de que pierdan su casa.

Alberto Chicote asegura que no ve en nadie "interés por que las cosas vayan bien" y pregunta si están dispuestos a implicarse y comprometerse con el negocio. Ante la pregunta, todos responden que sí, pese a que no se les ve mucho entusiasmo.

Miguel se dirige entonces a sus empleados y les pide "echarle ganas" a pesar de que no están cobrando. Tanto Felicia como Ángel, cocinera y camarero, se muestran dispuestos a poner de su parte. Habrá que ver si es suficiente.

Otros momentos destacados

El equipo de Pesadilla en la cocina se emplea a fondo para la reforma de El Rincón de Montse y lo convierte en El cucharón de Daganzo. A la plantilla le cuesta reconocer el local: "Aunque no lo parezca es el mismo".

Tras la reforma, el servicio de reapertura es uno de los momentos cruciales para El Rincón de Montse, que ahora se llama El cucharón de Daganzo. Ese día todos tienen que poner la carne en el asador y especialmente los dueños pero esto no sucede y Chicote se ve obligado a tomar las riendas.

Antes de irse, Chicote se dirige directamente a Miguel y Paula, decepcionado por su falta de motivación. El mensaje del chef es digno de una sesión de coaching.