Cuando Chicote entra en la cocina de ‘La Mansión de Navalcarnero’ no encuentra a Manuel. El cocinero está fuera fumándose un cigarro y entra para enseñarle al chef su lugar de trabajo. Una mandarina seca, arroz con foie igual de duro que el negro… A Manuel le importa “lo justo” su trabajo. “Como si estoy cortando pinos por ahí” que también lo ha hecho. Le interesa “en la medida que es un trabajo”.
Manuel es fotógrafo y está en el hotel-restaurante buscándose la vida. “Estoy haciendo lo que puedo. No sé si se llama cocinero o qué”, explica.
José Luis, Manuel y Chicote le echan un vistazo a la cámara frigorífica. El chef saca un trozo de carne que se alegra de no haber comido. “Eso parece más tierno ¿no?”, le vacila el cocinero. Saca también un hueso de jamón “para hacerse un caldito guay”. “Manuel, eres un guarro”, le dice Alberto. El fotógrafo se enciende: “A lo mejor yo te llamo otra cosa”.
Parece que en la mansión, nadie se hace cargo de las cosas. Manuel le explica a Chicote que él no puede con todo. Trabaja de cocinero, mientras hace el cuadrante y atiende 24 horas el teléfono para las habitaciones del ‘picadero’. “Manuel no da abasto”, explica Miriam, la camarera.
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