Alberto Chicote se traslada a la localidad extremeña de Navalmoral de la Mata. Más concretamente a su principal polígono industrial en el que se encuentra 'El legado de Andrés', un restaurante de menús para los trabajadores de la zona y que conquista el paladar del chef de Pesadilla en la cocina.

'El legado de Andrés' consigue por primera vez en la historia de Pesadilla en la cocina satisfacer el exigente paladar del chef Alberto Chicote. El cocinero queda encantado con la comida del restaurante extremeño después de probar sus platos.

Tras comprobar que la comida no es el problema, el chef es testigo del primer servicio. Allí ve cómo Ana, la jefa de sala de 'El legado de Andrés', desespera a sus empleados por pasearse con su dispositivo móvil por el restaurante ajena a todo y sin enterarse de nada. "¡No sé que está haciendo Ana con la puta tablet!", se queja.

Sus meteduras de pata tienen sus consecuencias. Los comensales abandonan el restaurante y Ana se derrumba. Es cuando se produce un espectáculo a gritos protagonizado por Estefanía y las camareras. Y es que la hija de la dueña se enfrenta a todo el restaurante por el trato que están dando a su madre.

No es el único ataque hacia sus compañeros. Tras el servicio caótico, Ana vuelve a venirse abajo y su hija arremete contra los camareros para que su madre despierte. "¡Se han reído en tu puta cara!", le dice.

Alberto Chicote ha comprobado el descontrol en la organización de 'El legado de Andrés' durante un primer servicio y vuelve con algunos cambios para intentar encauzar al personal. El chef tiene que dar lecciones básicas de hostelería.

A pesar de los cambios establecidos por Alberto Chicote para intentar establecer un sistema de trabajo, Ana sigue perdida en la sala y Andrés en la cocina. El desastre es tan grande que el chef tiene que suspender el servicio.

Todo el equipo de El legado de Andrés asiste al local para ver el espectacular cambio del restaurante que antes tenía un aspecto desangelado y parecía una nave industrial más que un restaurante.

A pesar de que todo fluye en el comedor gracias a la transformación de Ana, en la cocina siguen los problemas de siempre. La inseguridad de Cristina aumenta debido a la novedad de los platos de la carta y no deja de preguntar a cada paso que da. Además, el lío de Andrés con las comandas está a punto de arruinar el servicio de reapertura.