Un restaurante con un dueño muy desubicado, un único empleado que lo hace absolutamente todo, alimentos caducados de hace más de un año, aceite de cocinar en botes de ambientador o una cocina con un nivel de grasa y suciedad que roza lo insalubre, estos son algunos de los horrores que se encuentra Alberto Chicote nada más abrir la puerta del asador La Cueva de Juan, un restaurante de la localidad valenciana de Paiporta que goza de mala fama y cada vez menos clientes.

Para conocer un poco mejor el restaurante, Alberto Chicote prueba los platos: de primero, embutido; y de plato principal, secreto ibérico. Al llegar el entrante, el chef de Pesadilla en la cocina se encuentra con una sorpresa: "una cosita negra", eso sí, por suerte "es inanimada".

Una vez probado los platos, llega la hora de echar un vistazo a la cocina. Allí no sólo se encuentra la única sartén que utilizan llena de suciedad. También halla una maza en los cajones de los utensilios. Y es que, según explica Carlos, el encargado de La Cueva de Juan, es así como cortan la carne en el restaurante. "Las chuletas las corto con un hacha y una maza de la obra", asegura.

Tras una exhaustiva limpieza de la cocina por parte de un grupo especializado, arranca el servicio. Chicote es testigo de la forma de gestionar el negocio de Emilio. El dueño no hace la compra y por lo tanto tiene que salir varias veces a comprar lo que hace falta para dar de comer. "Hay días que damos 10 viajes al supermercado", confiesa el encargado.

Con tanto desorden, los platos no salen y Carlos no puede abarcar todo el trabajo. Alberto Chicote se pregunta por qué el encargado de La Cueva de Juan tiene tanto aguante. Entre lágrimas, el camarero le cuenta su dramática situación. "Aguanto todo esto por mi mujer y mis cuatro chiquillas", confiesa.

Después de ver cómo funciona un servicio en el restaurante, el chef de Pesadilla en la cocina quiere saber en qué situación se encuentra el negocio y cómo les afecta tanto a Emilio como a Carlos. La del camarero es tan extrema que acaba perdiendo los papeles viviendo un tenso momento con su jefe. "No te rías de mí que te cojo y te rompo, cabrón", le grita.

Para el siguiente servicio, Chicote cuenta con dos personas de refuerzo. Aun así, el servicio vuelve a ser un caos y Emilio se ve obligado a 'echar el cierre' de La Cueva de Juan de forma temporal hasta que el chef del programa pueda reflotarlo. "Hasta aquí hemos podido llegar, no podemos aguantar más", decide el dueño.

La reforma de La Cueva de Juan y su renovación, marca un antes y un después para el negocio. Chicote le ha cambiado la imagen y también el nombre por el de La Cueva. Pero no sólo eso. Ahora también, la cocina "brilla como el sol".

El servicio de reapertura es donde más se juega Emilio. Tras echar a los clientes en el último servicio y cerrar el local, el propietario tiene que coger las riendas y conseguir que todo funcione. Sin embargo, el dueño se bloquea y Chicote tiene que animarle en las brasas. "¡Vamos, que tiene que parecer Mordor!", comenta.

Pese a todos los imprevistos con los que empezó el servicio de reapertura, acaba siendo un éxito y Emilio se lo agradece a Alberto Chicote con una canción que le compone en exclusiva al chef de Pesadilla en la cocina.