El aire frío es mucho más denso, y se queda abajo. El aire cálido sube hacia arriba. Así, en noches sin nada de viento, el aire frío se queda estancado en las zona de abajo, a nivel del suelo.

Cuando viene el viento, se mezclan ambos aires, el frío de la superficie y el de capas altas que es más cálido. Por eso nuestra sensación es de mucho menos frío.