Una bodega portuguesa ha regalado al diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto varias botellas de vino valoradas en torno a cien euros cada una. El portavoz económico de la formación naranja presumía del regalo a través de Twitter, reabriendo el debate -que inauguraron Rita Barberá o Francisco Camps y sus célebres trajes- acerca de los obsequios a políticos.

Pero ¿dónde está el límite entre un detalle inocente y un delito de cohecho? A este respecto, la ley apunta a que los políticos no pueden aceptar "regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones".

Así, sería legítimo que un político acepte obsequios que entren dentro de una norma de cortesía institucional y no sean escandalosos, como la trenza de hojaldre que obsequió el Gobierno de Aragón al presidente valenciano, Ximo Puig, o el frasco de anchoas que acostumbra a regalar el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, un producto típico de su tierra.

¿Dónde se pone el límite de lo razonable? Lo cierto es que el matiz muchas veces está en la cuantía del regalo: en este sentido, el Tribunal Supremo consideró aceptable, en una sentencia de 2017, un regalo de 800 euros en vino al exministro socialista José Blanco.

Siguiendo esta doctrina, el regalo del vino a De Quinto en principio no podría considerarse constitutivo de delito, pero sí podría contravenir el código ético de su partido: Ciudadanos impide a sus cargos públicos recibir regalos de más de 75 euros, si proceden de personas vinculadas con la actividad pública o política del cargo.

Así, si De Quinto ha recibido el polémico presente en calidad de político, y teniendo en cuenta que forma parte de la Comisión de Industria, Comercio y Turismo del Congreso de los diputados, estaría contraviniendo las directrices éticas de su propia formación.

En lo que a regalos se refiere, más estricto todavía es el código ético que impone el PSOE a sus miembros, a los que prohíbe recibir obsequios que superen los 60 euros o que se sumen más de 100 euros en regalos de una misma persona o empresa el mismo año.

El PP, por su parte, se remite simplemente a los "usos y costumbres sociales y de cortesía" que ya menciona la Ley de Transparencia.