Corría el año 2005 cuando un niño de tres años, vestido de azul y con una eterna sonrisa dibujada en su cara, comenzaba a dejarse ver por la pequeña pantalla. En aquél momento nadie habría dicho que lo que empezó como un proyecto modesto se convertiría en un auténtico imperio.

En poco más de seis años, Pocoyó no sólo se ha paseado por las televisiones de más de 140 países. Este jovencito y su alegre pandilla han llegado donde nadie lo ha hecho hasta ahora en este país: varios videojuegos, aplicaciones móviles, dvds, libros, una revista, juguetes y hasta su propia película.

Hasta 2010 su canal de Youtube superó los dos billonse de visitas y contaba con más de un millón y medio en Facebook, pero ahora, se  encuentra más solo que nunca.

Hace tres semanas, la productora que le creó sacaba al mercado bonos por un importe de más de 7 millones de euros y con una rentabilidad del 11%. Horas después la comisión nacional del mercado de valores advirtió que la empresa no tenía liquidez y cuestionó dicha rentabilidad. Y ahora sobre la figura de Pocoyó vuela la sombra de casos como el de Nueva Rumasa o Pescanova.
Pocoyó se queda solo.

Ya ni el Gobierno de Madrid ni el que fuera consejero de Sanidad, Juan José Güemes, están a su lado. Ahora el consejo de administración de la productora presenta un preconcurso de acreedores ante las dificultades financieras.

Demasiada presión, tal vez,  para esta joven estrella de la televisión que ha pasado del éxito al fracaso en pocos capítulos.