Todo sucedió en la séptima planta del pozo Emilio del Valle, a unos 449 metros de profundidad. Poco antes de las 2 de la tarde se produjo un escape súbito de gas, en ese momento 11 mineros estaban trabajando en esa galería.
Los propios trabajadores señalan al gas grisú como el culpable del accidente. El grisú es conocido entre los mineros como "el asesino silencioso", el gas más temido en las minas. No les dió tiempo ni a colocarse las mascarillas de oxígeno que llevaban en los cinturones.
Seis mineros muy jóvenes: Orlando, Roberto, Manuel, José Luis, Juan Carlos y José Antonio, de entre 35 y 45 años, cinco leoneses y un asturiano. Todos ellos formaban parte de la plantilla propia de la empresa minera. Otros cinco mineros resultaron heridos cuando entraron en la galería para ayudar a sus compañeros. Este es el accidente minero más grave de los ultimos 18 años. Un duro golpe para la ya de por sí maltratada profesión minera.
Los peores momentos se vivieron en la puerta del pozo, hasta aquí se acercaban desesperados decenas de familiares, compañeros y amigos en busca de más información. Desesperados esperaban las primeras noticias en medio de un expectante silencio.
Los heridos, fueron trasladados al Hospital Universitario de León, uno de ellos, el más grave, en un helicóptero medicalizado. A última hora de la noche se remitía al juzgado el informe provisional de las autopsias de los seis mineros fallecidos. Señalan como probable causa de la muerte la "anoxia oxipriva" o lo que es lo mismo: asfixia por falta de oxigeno.
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