Un sonriente Agustín Hernández se presenta como el tercer alcalde de Santiago en tres años, pero vamos a intentar explicar cómo el último nombre de la lista del Partido Popular en mayo de 2011, ha conseguido llegar a ser alcalde de la capital gallega.

Nos trasladamos a mayo de 2011. Tras 30 años de dominio socialista, el PP le arrebata la alcaldía compostelana. El hombre que lo consigue es Gerardo Conde Roa, promotor Inmobiliario. Sus negocios, lastrados por la crisis, no iban tan bien como su carrera política.

No duró ni un año. En abril fue imputado, y más tarde condenado, por no pagar a Hacienda 291.000 euros. Santiago se enfrentaba a su primera crisis de gobierno. El Partido popular municipal se dividió en dos.

Por un lado, la número dos en la lista, Paula Prado, y por otro, el cuarto, Ángel Currás. Ganó este último gracias al apoyo del alcalde saliente, y Paula Prado fue requerida por Feijoo para ser portavoz del Partido en Galicia.

Pero la alegría duró poco. En septiembre de 2012 llegó la operación Pokemon. El primero en caer del municipio fue el concejal de seguridad. Dimitió tras ser detenido por el juez, que llegó a imputar también a Angel Currás.

Pero el alcalde resistió, hasta que su gobierno, en una junta en la que no estaba él presente, decidió pagar el abogado a otro concejal, también imputado por la trama Pokemon. El juez les condenó hace dos semanas y dimitieron los siete concejales en bloque.

Entre medias otros dos ediles dejaron el ayuntamiento, y Paula Prado dejó la portavocía del PP. Sí, también por su implicación en Pokemon. Currás no ha aguantado más y deja la alcaldía. Es en la que nos encontramos hoy: con cuatro concejales con acta de 13 posibles.

En total 13 dimisiones por una trama de corrupción que ha ido engullendo gobierno y ediles del Partido Popular. Es la situación excepcional en la que llega Agustín Hernández a la alcaldía. Borrón y cuenta nueva. Tiene un año para hacer olvidar a los compostelanos los últimos tres años de gobierno.