Tras el veredicto emitido por el jurado popular, la principal urgencia de Bretón era concretar un encuentro con su abogado en un susurro tapado al resto. Ambos deben planear el recurso al veredicto de culpabilidad al que el ya declarado asesino se aferra.

Jose Bretón espera en el centro penitenciario de Alcolea su sentencia. Mientras, un funcionario realiza un registro exhaustivo cada hora de su celda y dos presos de confianza custodian el comportamiento del inculpado.

Este redoble se produce después de que ya se reforzara su vigilancia después de su supuesto intento de suicidio. Lo cierto, es que nada más ingresar en prisión, al ver que ni tan siquiera echaba en falta a sus hijos, se activó el protocolo antisuicidios. Además, le realizaron una serie de pruebas psicológicas y psiquiátricas que determinaron que Bretón no tiene una enfermedad pero sí una personalidad anómala.

El ya culpable del asesinato de sus hijos ha cumplido 636 días en prisión, tiempo que se descontará en caso de ser condenado.

Se enfrenta a 40 años por el doble delito de asesinato con alevosía sin posibilidad de indulto ni libertad condicional posible. Sin embargo, su exmujer quiere que cumpla cadena perpetua revisable, aprobada por el Gobierno en 2012 y que sería completamente aplicable a este caso. Para Ruth es tan importante esta condena como el hecho de poder enterrar los huesos de sus hijos.

Se estudia cambiar a José Bretón de prisión dependiendo de la sentencia dictada por el juez, pero lo que sin duda cambiará a finales de mes será su situación penitenciaria. Pasará de estar en prisión como preventivo a penado, y, de entrada, tendría que hacer más vida carcelaria, hecho que contrastaría con la soledad que mantiene hasta en sus horas vigiladas de patio.