Más de 500.000 muertos, millones de heridos y miles de edificios destruidos. Tres años de intensos bombardeos y muchos artefactos explosivos de la Guerra Civil siguen hoy, casi 80 años después, escondidos en España.

"Con el boom inmobiliario que se removieron las tierras y hubo mucha construcción, en ese momento aparece más la munición", explica Javier Medina, comandante del Centro de Desactivación de Explosivos.

Es el TEDAX de la Guardia Civil quien se ocupa de que no hagan más daño. Cada artefacto encontrado, es destruido. "Después de 80 años no se sabe en qué condiciones pueden estar los artefactos y son incluso más peligrosos ahora que antes", desvela Medina.

Aparecen en el campo, en bosques, en el río, o incluso bajo el mar. Pero los frentes más activos durante la Guerra son los puntos calientes. En el ataque sobre la ciudad de Eibar en 1936 murieron 60 personas y hoy esta zona sigue siendo un campo de minas.

Como la Sierra de Guadarrama, en Madrid, o en Teruel donde un padre y su hijo resultaron heridos cuando les explotó un obús mientras limpiaban un garaje. Pero todavía queda munición hasta en edificios históricos como un convento de Vic, en Barcelona, donde el TEDAX tuvo que destruir un gran arsenal.

Explosiones controladas a las que acuden con trajes de más 30 kilos de peso y en muchas ocasiones hasta con robots capaces de desactivar cualquier bomba. El grupo de desactivación de artefactos explosivos tuvo que actuar incluso en los jardines del Palacio de la Moncloa. Solo en 2016 se han destruido en España 5.000 artefactos de la Guerra Civil.