La solidaridad se mide ahora en kilómetros, en kilos y en las horas que trabajadores de empresas públicas y privadas están dedicando para superar esta crisis. Los conductores de la Empresa Municipal de transportes de Madrid (EMT), por ejemplo, han creado, fuera de su jornada laboral, cinco líneas para unir hoteles y hospitales. "Hay que llevar a los médicos y sanitarios a los hospitales que lo necesitan", afirman.

Además, han recaudado 40.000 euros para comprar material sanitario que han repartido por residencias y hospitales. Para ello, han contado "con todos los empleados de EMT de todos los departamentos", según explica Ángel López, trabajador y voluntario de la EMT.

Por su parte, los trabajadores de Correos llevan la cena a nuestros héroes: el personal sanitario. "Con iniciativas como estas nos hacéis seguir adelante y luchas por vosotros", afirman estos, conmovidos, al recibirla.

También los trabajadores de Telefónica han puesto su granito de arena, cediendo sus cheques de comidas al banco de alimentos "para que ninguna familia se quede sin una comida digna diaria". "Para tener salud, primero hay que tener alimentos", afirman. Además, han ayudado a difundir un vídeo sobre cómo lavarse las manos, el gesto más repetido y necesario para combatir el coronavirus.

Mascarillas para personas sordas y acompañamiento de ancianos

Pensando en el grave problema de comunicación que supone la mascarilla para las personas sordas, Iberdrola ha puesto en marcha un proyecto inclusivo para fabricar mascarillas accesibles que permiten leer los labios.

Además, con su impresora 3D y de forma totalmente altruista, uno de los empleado de la compañía, Francisco Díez, ha producido casi 500 pantallas de metacrilato y ha ideado un sistema para que quienes pasan tantas horas con la mascarilla no sufran tanto: en vez de tirar de las orejas, utiliza unos clips que van sujetos a la parte posterior de la cabeza.

La soledad y el aislamiento son uno de los efectos del coronavirus. Para ello, la mejor medicina es la compañía, aunque sea telefónica. Lo sabe bien Arantxa López, trabajadora y voluntaria de Iberdrola, que llama todas las tardes a Brígida, de 79 años. Aun separadas por cientos de kilómetros, el cariño llega y reconforta. "Necesitan a veces ser más escuchados que que les cuentes cosas", explica.

Susana Sánchez, por su parte, cuenta cuentos a adultos y niños con discapacidad intelectual, que ha enviado a la Asociación Down para que los distribuya entre las personas a las que pueda beneficiar. Iberdrola ha movilizado a más de un millar de voluntarios en estas y otras actividades. El objetivo: vencer al virus, todos juntos.