El uso cada vez más frecuente de toallitas húmedas se está convirtiendo en un gran problema en las ciudades. En una depuradora de Huelva, sólo el año pasado, se recogieron 80 toneladas de residuos sólidos, que no tenían que haber llegado hasta allí si se hiciese un buen uso del inodoro.

Lo único que se debería tirar es papel higiénico que está hecho de celulosa y tarda muy poco en biodegradarse. Las toallitas se realizan con fibra sintética textil que pueden tardar meses en degradarse en el agua.

Tomar conciencia es muy importante, los atascos creados en las estaciones de bombeo de aguas residuales pueden costar muy caro. "Hay que llevar los residuos a vertederos autorizados y se estropea la maquinaria", explica Juan Calatayud, jefe del circuito de aguas del Ayuntamiento de Valencia.

Simón Pulido, director de operaciones 'Aguas de Huelva' afirma que "el coste de depurar estos residuos puede elevar el recibo del agua un 5%". El coste que supone a las personas es notable, pero también pone en peligro el medio ambiente. Julio Garea, Greenpeace: "Muchos de estos residuos acaban en los ríos y los mares cuando se desbordan las tuberías".

En Valencia ha saltado la alarma, han creado una normativa que prohíbe tirar toallitas y otros residuos no biodegradables al inodoro. Controlándolo inspeccionando las arquetas de los edificios y con sanciones que oscilan entre los 60 y 200 euros.