Segunda noche de tensión en Soto del Real. Amenazas de muerte escritas en servilletas, insultos desde las celdas. Antonio Ortiz se siente inseguro. Según ha sabido Más Vale Tarde, sigue aislado en la enfermería, imposible que otros presos le agredan pero quiere irse de aquí y así nadie podrá verle.

Para los funcionarios de prisión que le vigilan también supone un problema. Los presos no perdonan a pederastas y violadores y la presión es constante. La mejor opción podría ser una cárcel pequeña, fuera de Madrid, la más cercana es la de Segovia.

Nada que ver con la que podría haber pensado Antonio Ortiz: la cárcel de Aranjuez . Aquí cumplió condena por abusos sexuales a una niña de 7 años y podría tener algún conocido dentro, entre los internos,  y sentirse más arropado. A la espera, dice,  de que se aclare todo, sostiene además que no le han devuelto sus efectos personales, entre ellos unos cordones para sus zapatillas que supuestamente le están grandes y le impiden, al parecer dice, hacer ejercicio.

Una buena escusa para justificar su pérdida de peso que nada tendría que ver con intentar cambiar su aspecto para evitar que le reconozcan sus víctimas en las ruedas de reconocimiento. Ruedas de reconocimiento que podrían comenzar  la semana que viene. Desde que le detuvieron su actitud soberbia ha cambiado, Antonio Ortiz siente miedo en la cárcel y sus presuntos delitos: cinco agresiones sexuales y detención ilegal han podido ayudar a ese cambio.