Con la Semana Santa vuelve también el dulce más popular de estas fechas: la torrija. Una delicia que, lamentablemente, resulta hipercalórica: cada una acumula unas 250 calorías, según apunta Luis Alberto Zamora.

Y es que, según explica el nutricionista, pese a la creencia de que esas calorías se esconden en el proceso de fritura, lo cierto es que son más culpables algunos de sus otros ingredientes: el azúcar que llevan supone unas 80 calorías y el pan, unas 75, dependiendo del grosor de la rebanada.

El aceite, por su parte, supone unas 45 calorías. Le siguen en contenido calórico la leche en la que se empapan las torrijas y, por último, el huevo, ya que apenas se pasan por él.

¿Cómo podemos conseguir entonces unas torrijas más saludables y que sigan estando buenas, sin convertirlas en un "cartón dulce"? En este sentido, recortaremos más calorías echándoles menos azúcar que haciéndolas al horno o a la plancha, métodos de cocinado que, en cualquier caso, no significan que podamos comernos tres o cuatro.

Así, es primordial controlar la cantidad de azúcar que usamos para infusionar la leche y para decorarlas. De hecho, podemos prescindir de este último paso, porque ya están dulces. Por otra parte, hay que tener cuidado con la miel, pues tiene casi las mismas calorías que el azúcar.

Otro truco es elegir bien el pan: aunque se ha puesto de moda elaborarlas con pan brioche, este tiene más calorías que el pan tradicional porque lleva mantequilla y huevo (unas 325 por cada 100 gramos). El pan de molde también tiene más calorías que el normal (288 frente a 252) y el integral tiene casi las mismas calorías que el pan blanco, aunque sí contiene más fibra.

Otra posibilidad para ahorrarnos unas pocas calorías es sustituir la leche entera por desnatada. En cualquier caso, la clave está en usar ingredientes calidad y no pasarnos, pues no deja de ser un dulce de consumo moderado.