Cuando las verduras están crudas tienen fibras que impiden que el cuerpo pueda absorber sus nutrientes con facilidad, por eso, en algunas ocasiones un toque de cocción podría resultar beneficioso.

Por ejemplo, las zanahorias son buenas en vitamina A, con su cocción aumentamos la absorción, al igual que ocurre con el tomate, que al ser frito casero, aumenta en un 35% sus propiedades antioxidantes.

También es el caso de las espinacas, que nos proporcionan aún más calcio y hierro si las consumimos hervidas. Las verduras son verdes por la luteína, un antioxidante que previene la degeneración macular del ojo, asociada a la edad, por lo que mejora la vista.

Durante la semana tiene que haber verde casi todos los días. Así, es importante que haya índoles en nuestra dieta, que tiene gran capacidad de prevenir el cáncer y los tumores. El naranja es responsable del betacaroteno, que cuando entra en el cuerpo humano genera retinol, una vitamina fundamental para la piel. El morado, las antocianinas, previenen las enfermedades del corazón.

El caldo de las verduras tras la cocción no debe tirarse, ya que puede ser un complemento vitamínico para el resto de guisos. Pero aún así, no hay que abusar de la cocción de las verduras: al vapor conservan casi todos los nutrientes, menos efectiva es la olla a presión, posteriormente se situaría el hervido y por último el microondas.