Asegurarse de que los alimentos que se compran son de buena calidad es fundamental para los consumidores. Sin embargos, existen muchos casos en los que los productos resultan engañosos a la hora de especificar su origen.

Un tipo de fraude que afecta directamente a los bolsillos de los ciudadanos, quienes reciben 'gato por liebre', y a su salud, ya que no se asegura la calidad ni de los ingredientes ni del proceso de fabricación.

Para evitar estos engaños, lo mejor es prestar atención a tres sellos claves: la denominación de origen protegida, la indicación geográfica protegida y la especialidad tradicional garantizada.

Etiquetas muy importantes en productos como el aceite de oliva, el queso manchego, la sobrasada o el jamón serrano.

Denominación de origen protegida

Este sello europeo es uno de los más conocidos entre los consumidores, y alude al lugar de procedencia del producto, como es el caso del pimentón de la Vera.

Su importancia recae en que, dependiendo de de dónde venga el alimento, cambian su sabor, su precio y su calidad. En el caso de este sello, sea asegura que todas las etapas de producción se dan en el sitio que indica el producto.

Indicación geográfica protegida

Este sello especifica y declara que al menos una fase del proceso de producción del alimento se ha llevado a cabo en el lugar que se indica en el etiquetado.

En el caso de los sobaos pasiegos, el trigo, por ejemplo, quizá puede venir de otro lugar, pero el producto final sale de allí. Si bien no todas las fases se dan en el sitio indicado, si que proviene de esa zona.

Especialidad tradicional garantizada

El sello de "especialidad tradicional garantizada" no alude directamente al lugar de origen sino al proceso de elaboración del producto; el cómo se hace.

Es el caso del jamón serrano, por ejemplo. Lo más importante es asegurarse de que el producto se está produciendo de acuerdo a como se hace de manera original o tradicional en un sitio concreto.