En menos de 30 años, Madrid podría ser más parecido a Marrakech y Córdoba, a Bagdad. Ese sería uno de los efectos del cambio climático en nuestro país y del aumento de las temperaturas a nivel global, como ha advertido el panel de expertos sobre cambio climático de la ONU.

La temperatura podría aumentar cuatro grados de media a nivel mundial en solo tres décadas, lo que supone que ciudades como Córdoba, con 36 grados de media en agosto, podría alcanzar los 44 grados de media. Es decir, la misma temperatura que la capital iraquí, tal y como explican en este vídeo de Más Vale Tarde.

Por otro lado, en Madrid -con 31 grados de media en este mismo mes- se podrían alcanzar temperaturas similares a las de Marrakech, que promedia 37 grados en agosto. Y Londres, con una media en agosto de 23 grados, se convertiría en la nueva Barcelona (media de 29 grados centígrados).

Pero no solo afectaría la subida de las temperaturas, también el nivel del mar. En el peor de los escenarios, en 2050, podría subir hasta un metro. Eso significa que muchas ciudades españolas, tal y como las conocemos ahora, cambiarían drásticamente. En Valencia, por ejemplo, toda la playa de El Perellonet desaparecería y el agua llegaría hasta el pueblo de Sollana. Para hacerse una idea, este municipio se encuentra a casi 20 kilómetros de la costa. Huelva es otra de las ciudades que modificaría su costa. Desde la playa de Isla Canela a Punta Umbría quedarían engullidas por el mar.

Por la subida del nivel del mar, el agua llegaría prácticamente hasta el barrio sevillano de Dos Hermanas a razón del desbordamiento del río Guadalquivir. Y otra provincia que se vería muy afectada sería Cádiz. Los surfistas tendrían que despedirse de una de sus playas fetiche, 'El Palmar'. Pero no solo en el sur; también en el norte se pueden observar los estragos que provocaría el cambio climático en las costas.

En Santander, desaparecería gran parte de su infraestructura: según el mapa, el aeropuerto o todo el casco histórico quedarían sepultados bajo el mar. Y en Avilés, todas las zonas aledañas a la ría quedarían gravemente afectadas por el agua.

El cambio climático no solo afecta al clima o a las temperaturas, también a nuestras costumbres: por ejemplo, diríamos adiós al vino español porque ya no habría muchas de las zonas aptas para el cultivo de las uvas.