Casimiro Villegas explica lo que ocurrió a las tres de la mañana del 29 de marzo de 2011 y cómo vivió aquel enfrentamiento. "Aquí había sangre de uno de ellos y mía. Todas las paredes estaban llenas de salpicones, todos los muebles movidos", relata. Ocho años después, así recuerda Casimiro el que dice fue, el peor día de su vida.

Cinco jóvenes armados entraron en su vivienda alejada de la ciudad, en el extrarradio de Dos Hermanas, en Sevilla. Estaba durmiendo junto a su mujer. Él, policía de profesión, se despertó tras escuchar los ruidos. Y fue entonces cuando comenzó una pesadilla que hoy, sigue presente.

"Me sorprendieron tres individuos y se liaron a patadas y puñetazos conmigo con toda la intención de tirarme al suelo", explica Casimiro.

Lleno de sangre, consiguió huir de su propio salón hasta su cuarto. Cogió la pistola reglamentaria y fue tras ellos. Después de identificarse como policía pegó un tiro al aire "para intimidar", cuenta.

Con una escopeta, uno de los asaltantes incluso se encaró a él, y Casimiro abrió fuego contra la furgoneta en la que se escondían algunos de los atracadores. Su intención: disparar a las ruedas. Pero tres de los atacantes resultaron heridos de bala.

Por eso, Casimiro Villegas se enfrenta ahora a 20 años de prisión y más 300 mil euros de indemnización. "Yo no era consciente de que había habido heridos de bala, de la pelea sí, pero no de que había heridos de bala".

Desde entonces, su salud ha empeorado tanto que recibió la incapacidad absoluta y perdió su puesto como Policía.

Esa madrugada, los atracadores consiguieron huir. Cuatro de ellos fueron detenidos horas después, pero el quinto nunca ha sido identificado. El resto, a los 8 meses, salieron en libertad provisional y esperan, también, su propia condena. Se enfrentan a una pena de tres a cinco años por robo con fuerza e intimidación.

Será el próximo mes de marzo cuando un juez decida las condenas. Mientras, Casimiro sigue luchando y asegurando que todo lo hizo en defensa propia.