Mirada dura y desafiante de Juan Carlos Quer al El Chicle, antes de que comience la segunda jornada del jucio, en la que los agentes encargados de la investigación traerán todo un arsenal de pruebas contra él.

La primera y más contundente, el ADN. No hay duda de que la chica estuvo en el maletero. "Se ha obtenido perfil de la víctima, coincidente con el perfil genético de mujer encontrados en el maletero del vehículo", explicaban durante el juicio.

Pero estos detalles, al Chicle, le aburren. Parece como dormido. Mientras los agentes continúan hablando precisamente del maletero. "Al ser un tipo berlina...una persona que se introduce en el maletero, no tiene posibilidad de acceder al habitáculo ni de escapar". Un maletero estanco, vacío, al que según la víctima, el Chicle puso una sábana ¿Para qué? "Para prevenir una posible inspección ocular habría puesto la sábana o la manta en el maletero", indica uno de los agentes.

Pero la prueba concluyente es la grabación del ataque que la víctima realizó de forma accidental. Se da la circunstancia de que uno de los guardias civiles que había detenido antes a Abuín por narcotráfico, y que había oído su voz en horas y horas de llamadas de teléfeno pinchadas, escuchó este audio.

Su foto y el coche coinciden. No hay duda. Pero los guardias civiles ponen de manifiesto que El Chicle tiene un método, una forma de actuar, un patrón

que se ha repetido en sus tres víctimas, su cuñada, Diana y la joven de Boiro. "Su víctima es una chica sola por un lugar deshabitado, ensimismada con el móvil. Como patrón común el uso de armas blancas".

Aquí, el presidente de la sala le corta. "Me voy a limitar a los hechos de este proceso, no a un modus operandi sobre algo que no está determinado". Tampoco dejará hablar al padre de Diana Quer, que se levanta en medio de la vista. Era justo el momento en el que el Chicle, por primera vez, iba a pedirle perdón.