Con un taburete y un palo, Pablo Sánchez Valverde salió de su casa en Granada el 20 de noviembre de 2015. Las imágenes captadas la cámara de seguridad de su edificio son las últimas que su familia tiene de él.

El hombre, de 88 años, recorrió el portal de su domicilio de la calle Arabial y caminó los 200 metros que le separaban del contenedor.

"Lo vimos el viernes sobre las 12 de la noche cuando iba a tirar la basura, donde descubrió que había perdido el sonotone y creyó que lo había tirado a la bolsa. Volvió a casa para coger un palito con un gancho para agarrar la bolsa de nuevo", relata el personal de un bar cercano.

De ese día han pasado ya tres años y medio, y su familia sigue sin saber qué le ocurrió a Pablo. "Pensamos que al subirse al pequeño taburete que llevaba aquella noche para recoger la bolsa se pudo caer dentro del contenedor", explica su nieta, Sonia Sánchez Carrera.

Sus teorías les llevan hasta una zona del vertedero municipal de Granada, en la que nunca se buscó. Testigos afirman a la familia que la noche en la que Pablo desapareció se cometieron irregularidades en el tratamiento de los residuos y que hubo basura sin procesar que tan sólo se enterró en esa misma zona.

"Si se cometieron irregularidades, no quieren que esto les cueste su puesto de trabajo, pero tenían la consciencia intranquila, según nos decían por detrás", dice Sánchez Carrera.

Eso fue exactamente lo que creen que le ocurrió, que durante la búsqueda de su sonotone cayó en ese contenedor de basura y fue enterrado en esa parte del vertedero.

Ante esta situación, y en medio de un proceso judicial parado, el cuerpo de Pablo sigue sin aparecer y lo único que les queda de él es su sonotone. Ese que Pablo buscaba pero que siempre estuvo en casa y que ahora su hijo, Gregorio, utiliza a diario.