Miguel López lleva dos años en el punto de mira de la Policía, están convencidos de que el 9 de diciembre de 2016 lo preparó todo para cometer el crimen de María del Carmen Martínez, de 72 años y matriarca de los Sala, herederos todos del que fuera presidente de la CAM.
El escenario, uno de los negocios del emporio: un concesionario familiar de Alicante, que él gestionaba. López era, por entonces, el yerno favorito del clan, pero también el que lo controlaba todo: sabía perfectamente los horarios de su empleados, tenía acceso a todas las llaves y sabía que no había cámaras de seguridad.
El Grupo de Homicidios de la Policía de Alicante no tardó en presentarle como presunto culpable a la vista de todos. Entre los 23 indicios que lo llevaron a prisión, entraban las rencillas familiares pero también su licencia de armas y, sobre todo, sus últimos movimientos.
Sin embargo, dio negativo en las pruebas de residuo de disparo, el ADN encontrado en los casquillos no era suyo y su ordenador está limpio. Aún así, el fiscal sigue adelante y pide 24 años y medio contra él en un juicio que sería con jurado y para el que todavía no hay fecha dos años después del asesinato.