La médica Noelia de Mingo, que asesinó en 2003 a tres personas en la Fundación Jiménez Díaz, ha vuelto a protagonizar un ataque. En esta ocasión, ha acuchillado a dos mujeres en un supermercado de El Molar, la localidad madrileña en la que reside bajo custodia familiar.

De Mingo sufre esquizofrenia paranoide, y como explica Beatriz de Vicente, abogada y criminóloga, su enfermedad le hace padecer delirios, interpretaciones erróneas de la realidad y alucinaciones audiovisuales. "Son personas que un brote ven dragones, asesinos, personas que creen que quieren matarlas...", indica la criminóloga, que afirma que "ella no era responsable de sus actos".

Aunque reconoce que los médicos dijeron en su día -cuando en 2017 fue puesta en libertad tras haber sido internada en psiquiátrico en 2006 y haber mostrado una evolución positiva de la enfermedad-, que tenía capacidad para saber cuando empieza a tener comportamientos extraños que anuncian un brote, la experta cree que no se le puede adjudicar a ella el control de ese brote.

Desde ese año no había tenido ningún problema: está bajo custodia familiar y cada 15 días debía recibir tratamiento mediante inyecciones. Entonces, la pregunta es qué ha podido fallar en ese control de Noelia de Mingo y su enfermedad.

La experta explica que en esos años habían remitido los síntomas, aunque la enfermedad no se puede curar, y que por ello debía poder hacer una vida en libertad. "Lo que ha fallado es el control de esa libertad. La madre octogenaria no puede tener la carga absoluta, entonces, ¿qué ha pasado con la administración?", se cuestiona Beatriz de Vicente, que cree que sí puede hacerse responsable a la administración de lo sucedido.