María Gombau, de 28 años, creyó que una secta venía por la noche a robarle los óvulos y que se apropiaría del espíritu de sus hijos. Por eso acabó con la vida de los pequeños Ixiel y Amiel, de seis meses y tres años y medio, a golpes, el pasado 14 de marzo.

Según el informe de los psiquiatras forenses, María padece 'ezquizofrenia paranoide'. Cuando los niños murieron ella tenía anuladas la inteligencia y la voluntad, por lo que no puede ser imputada.

La mañana del 14 de marzo, un vecino llamó a la Policía alertando de que había visto a una mujer desnuda corriendo perseguida por un hombre, Gabriel, su pareja de 29 años y padre de los niños.

A la Guardia Civil les dijo que al despertarse le preguntó a María por los niños y ella contestó que estaban en paz, con Dios. Salió a buscarlos y encontró sangre en la piscina. Fue entonces se produjo esa persecución; minutos después Gabriel le pidió el teléfono a un vecino para pedir ayuda, pero ya habían avisado a la Policía.

Un día antes de los crímenes, Gabriel tuvo que llevar a María a urgencias por uno de sus brotes, y tres días antes de ello, la abuela materna alertó a la Policía tras recibir una inquietante despedida de María: "Gracias por todo, Creador. Me voy contigo. Adiós, mamá", sentenciaba.

Cuando la Policía Local llegó a la casa no notaron nada extraño. Tanto los progenitores, como los menores, se encontraban en buenas condiciones. Sin embargo,

María le contó a los psiquiatras que Gabriel era como un Dios para ella, que él hablaba de que el Gobierno controlaba a la gente a través de las frecuencias con aviones y antenas y ella le creía: "Era Jesucristo y yo María Magdalena", les dijo.

Según el forense, la acusada "atribuye los hechos a mentiras de su expareja, que le llevaron a la locura". De hecho le califica de maltratador psicológico.

Pero él se desmarca: no tomaron la decisión de matar a sus hijos conjuntamente como forma de reencarnación. María reconoció a los forenses haberlo hecho por voluntad de Dios, e incluso escribió cartas a Gabriel pidiéndole perdón.

Sin embargo el juez considera que existen indicios de criminalidad contra él y le mantiene en prisión. Los hechos podrían ser constitutivos de dos delitos de asesinato penados con prisión permanente revisable.

Habla el abogado de Gabriel

El abogado del padre de los menores asesinados, Arturo Peris, ha asegurado en Expediente Marlasca que no entiende por qué su defendido sigue encarcelado. "Solamente hay un fundamento para que siga encarcelado, y es que es extranjero. El juez piensa que no tiene arraigo al haber perdido a sus dos hijos y a su mujer y por eso le mantiene en prisión hasta el juicio", ha sentenciado.

Peris ha asegurado que "los mismos psiquiatras que examinaron a María Gombau" examinaron a su cliente y "está perfectamente en sus cavales". "Lo más relevante es que toda su declaración ante el juez coincide perfectamente con todo lo que contó a los forenses. No ha cometido ni una sola contradicción", ha asegurado el abogado.

Sobre las declaraciones de la madre de los menores, que ha llegado a asegurar que Gabriel la maltrató, el abogado ha reiterado que "es algo muy propio de la enfermedad que tiene, es patológico". Además, ha apuntado que en "una de las cartas que le envía a Gabriel, le dice que su familia pretende echarle las culpas y que ella lo siente profundamente".

Arturo Peris ha insistido en que el padre de los pequeños desconocía que María Gombau les hubiera, presuntamente, asesinado. "Una de las cosas que dicen los forenses es que los brotes floridos de este tipo de enfermedades son imprevisibles. Es cierto que unos días antes tanto Gabriel como unas amigas habían notado que estaba más nerviosa, por eso la llevaron al médico, pero dictaminó que estaba perfectamente", ha explicado el letrado.

El abogado también ha querido diferenciar las creencias de su defendido con las de la madre de los menores. "Es cierto que él y María vivieron unos años en México, y a ambos les apasionaban todos los asuntos relacionados con la cultura Maya, pero ni creía en sectas ni en mundos exotéricos. De hecho, en una de las cartas María le pide perdón por haber buscado la secta universal", ha sentenciado Peris.