"Siempre que los hemos observado, hemos visto que tienen estructuras muy herméticas, muy cerradas, en ocasiones parecidas a las de una secta", explica Toni Rodríguez, jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra.

En la banda, existen procesos de captación de nuevos miembros de manera ritualizada: para seguir a la banda hay que seguir un ritual durante un tiempo y someterse a los designios de los líderes de la banda.

"Para nosotros la amenaza se basa en una base ideológica muy extrema de ultra derecha, y es a partir de esa base que establecen las relaciones internas y el código de comportamiento. Utilizar un parche que no toca o sin permiso es severamente castigado", asegura Rodríguez.

"Las deserciones también son castigadas, si la falta es máxima y comporta la expulsión de la banda, van a obligar a la persona a borrarse los tatuajes, lo que incluye cercenar parte de las articulaciones o extremidades, así como llenar de tinta un brazo entero", explica el jefe de los Mossos.

Ellos ponen sus normas y sus sanciones. Si un miembro de estas bandas se resiste y agrede a un policía, es un merito y se le da un parche. Tienen que probar y acreditar que han cometido esa desobediencia. Incluso matar da caché y prestigio dentro de la banda.

"Si perfeccionan la calidad de sus delitos y sobre todo, si se perfeccionan las relaciones que pase de la afición a las motos a lo criminal, estaríamos hablando de un problema de crimen organizado de altísima intensidad", sentencia Rodríguez.