Hacia Tenerife se dirige ya el Ángeles Alvariño, un buque equipado con un robot submarino y un sonar que va a rastrear el fondo marino para tratar de buscar en el océano pistas de Anna y Olivia, desaparecidas hace un mes junto a su padre.

Esta alta tecnología será puesta al servicio de una investigación que no cesa, con una herramienta que podría confirmar la peor de las hipótesis. El sonar es capaz de hacer una radiografía perfecta del mar, y gracias a sus siete cámaras puede elaborar un mapa en el que se podrá localizar cualquier objeto extraño que, después, un robot identificaría. El aparato podría llega a alcanzar incluso los 2.000 metros de profundidad, si fuese necesario.

Construido en 2012, y operado por el Instituto Español de Oceanografía, el buque con el submarino científico salió de Ferrol el domingo a primera hora y llegará a Tenerife a finales de semana. Es todo un equipo profesional para poder dar con las pequeñas.

Y es que casi un mes después de su desaparición no hay ni rastro de las pequeñas. Pero los investigadores no dejan de trabajar: la semana pasada inspeccionaron de nuevo la vivienda del padre, Tomás Gimeno, su lancha y su coche, buscando un rastro, un hilo del que tirar, sin éxito.

El tiempo corre, y las únicas novedades son las que ha dado a conocer SOS Desaparecidos. El presidente de la asociación, Joaquín Amills, ha explicado que a la actual pareja del padre le llegó un sobre con una pequeña cantidad del dinero, comparada con la cifra que él se llevó en efectivo.

También sabemos que regaló algunas de sus propiedades a familiares y amigos antes de ese 27 de abril en el que se les pierde el rastro. En una investigación llena de incógnitas, el Ángeles Alvariño viaja hasta la isla para ir descartando posibles escenarios. Y por ahora, el mar es en el que un mes después se sigue centrando la investigación.