A partir de este mismo verano, Bruselas exigirá que los nuevos coches que se quieran vender dentro de la Unión Europea incluyan una serie de medidas obligatorias, incluyendo un sistema de reconocimiento facial o visual para medir el nivel de alerta, fatiga y sueño del conductor y, en caso de detectar somnolencia, alertarle de forma acústica, visual y sensorial. Una medida que genera polémica por sus implicaciones con respecto a la privacidad.

Otra de las exigencias es que incluyan un regulador de velocidad inteligente: estos funcionan con cámaras de seguridad en los retrovisores, que leen las señales de tráfico. Si quisiéramos superar un límite de velocidad, el coche nos lo impediría aunque pisáramos el acelerador, salvo en casos de emergencia.

Bruselas también exige el detector de tráfico trasero para dar más seguridad en las maniobras marcha atrás. Con él, el coche nos alertará de los peligros que puedan llegar por ambos lados a nuestra espalda y nos los mostrará en la pantalla interior. Si seguimos hacia atrás sin hacer caso, sonará una alerta en el interior de la cabina.

Además, ya no solo los aviones tendrán que llevar caja negra, sino también los coches, para conocer las razones de un accidente. En este caso, irá colocada debajo del asiento de un conductor y tendrá un tamaño similar al de un teléfono móvil. Medirá parámetros como velocidad, dirección y movimientos del vehículo, aunque no graba ni tiene sonido del interior. Esta caja negra registra los 30 segundos previos al accidente y los 5 posteriores, un análisis que puede obtenerse conectándola a un ordenador.