"¿En qué momento deciden que hay que elegir a unos expedicionarios que, en nombre de todos, vayan a encontrar a alguien para explicarles que están vivos?", pregunta Jordi Évole a los primos Strauch, a lo que Daniel Fernández Strauch responde que no fue algo que se decidiera, sino que "ocho se anotaron". "Empezamos a mandarles a ejercitarse cuando estaba nevando, porque necesitabas resistencia física y mental, porque si mandabas a tres expedicionarios y uno por la mitad se ponía a llorar o se cansaba, fracasaba todo. No lo iban a dejar tirado, e iban a volver al avión", explica Daniel.
Además, Eduardo Strauch señala que aquellos expedicionarios "podían comer todo lo que quisieran" y "dormían en el mejor lugar". "Yo tengo un caballo de carrera y quiero que gane la carrera, así que le doy todo lo que quiera. Si quiere más alfalfa, se la doy", expresa 'Fito Strauch', a lo que Eduardo añade que, mientras, el resto comía su ración diaria.
En este sentido, Daniel destaca que los expedicionarios "pasaron a ser una casta privilegiada, y había que controlar el abuso de los expedicionarios con el resto del grupo". "Presionaban por lugares donde querían dormir, pedían a un compañero sus zapatos", recuerda, tras lo que su primo 'Fito' señala que una de las funciones que tenían los Strauch era "tratar de mantener el equilibrio, porque había roces y había que armonizar". Una vez salieron los expedicionarios, comenzó una cuenta atrás de 10 días, que era el tiempo para el que tenían alimento quienes salieron en busca de ayuda.
Un encuentro entre amigos
Estopa sorprende a Albert Pla y Jordi Évole en mitad del bosque: "¿No habéis visto a un conejo blanco?"
Albert Pla comparte sus chocolatinas con cenizas de Pau Riba con David y José Muñoz, pasando un buen rato junto a Jordi Évole y Pepe, el conejo blanco que ha estado presente en este último programa de la temporada de 'Lo de Évole'.