Jordi Évole se 'adentra' en los hogares para saber cómo están viviendo los ciudadanos la cuarentena por coronavirus.
Junto a los testimonios de personal sanitario, de limpieza, de supermercados, transportistas... el periodista habla, otra vez, con el papa Francisco.
El papa, por videollamada, explica cómo está viviendo la situación de confinamiento desde El Vaticano y reflexiona sobre las consecuencias que está provocando la pandemia. A nivel económico, por ejemplo, afirma que "el 'sálvese quien pueda' no es la solución'" y pide a los empresarios que no despidan a sus trabajadores.
El papa tiene un especial reconocimiento para el personal sanitario y el voluntariado, a los que define como "los Santos de la puerta de al lado". Sin olvidarse del resto de profesionales como policías, transportistas, panaderos, etc. "que son los que están manteniendo el funcionamiento social".
La del papa es una más de las entrevistas que Jordi Évole realiza en esta edición especial de Lo de Évole. El programa combinará otros personajes conocidos, como el cantante Alfred García o los filósofos Daniel Innerarity y Marina Garcés, con personajes anónimos. Entre los anónimos, veremos desde personal sanitario, como médicos o limpiadoras de hospital, hasta transportistas.
Como Oti, camionera que reivindica su papel en esta crisis, pero que denuncia la precariedad en la que trabaja. "¿Necesitan los supermercados llenos? Estupendo. Nosotros necesitamos un servicio mínimo, dónde comer, unas duchas... Es indigno".
Siguiendo el confinamiento general decretado por el estado de alarma, Jordi Évole realiza todas las entrevistas desde su casa, a través de videollamadas.
Seis minutos que resumen la primera entrevista de Jordi Évole al papa
La crisis migratoria, la campaña del miedo, los abusos en la Iglesia o la lucha feminista, el papa Francisco respondió a Jordi Évole en Salvados sobre los temas más comentados de la sociedad. Repasamos la primera entrevista del periodista en el Vaticano en este vídeo.
Hemeroteca Lo de Évole: Rosa López
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Rosa López recordó en Lo de Évole que su padre "compraba casas, las echaba abajo, las arreglaba y las vendía": "Era un 'buscavidas', nuestras vacaciones eran estar entre una hormigonera de prestado, arena de la más barata, cemento, bloques y ladrillos".