Este año estamos viendo más procesiones de procesionaria por dos motivos: no ha hecho mucho frío en invierno y no se puede acabar con ella con pesticidas; por lo que en un banco de pruebas de Madrid están ensayando cómo eliminarlas de manera manual.

Santiago Soria, Jefe de Biodiversidad del Ayuntamiento de Madrid ha asegurado que "ha sido un invierno muy suave", y a causa de ello "han muerto menos de las que tenían que morir en un invierno normal". Además, la legislación europea no ha autorizado ningún producto fitosanitario para los parques públicos en las ciudades.

Al no haber ningún producto químico, en los parques de Madrid se está intentando acabar con el las de manera manual. Una de las maneras es mediante la podación de los nidos y su enterramiento. Si esta fórmula no hubiera resultado efectiva, las procesionarias empiezan a fabricar crisálidas, que en verano se convertirían en mariposas.

Otra de las formas es cogiendo un miligramo de la feromona de la hembra e introduciéndolo en una trampa para que el macho entre y ya no pueda salir. También practican otro procedimiento que se basa en crear un tubo que rodee el tronco de los árboles por el que las orugas se introduzcan camino a una bolsa, evitando que lleguen al suelo.

La oruga tiene pelos urticantes muy tóxicos. En el momento en el que un niño o perro la toca, las procesionarias lanzan estos pelos, provocando grandes daños en los canes: "Ha habido muchos casos de muerte o de amputación de lengua", ha asegurado Santiago Soria.