El 24 de julio de 2013, el Alvia que conducía Francisco José Garzón en dirección a Santiago de Compostela, en Galicia, descarriló tras coger una curva cerrada a gran velocidad. Ahora, más de cinco años después del trágico accidente en el que murieron 80 personas y otras 148 resultaron heridas, habla por primera vez para un medio de comunicación.

En exclusiva, Garzón da todos los detalles en Liarla Pardo sobre cómo fueron los momentos antes del siniestro: "Iba atento a la conducción y me sonó el móvil corporativo, bajé la cabeza, miré quién era y descolgué. Después volví a levantar la cabeza y ya había pasado mi punto de referencia, que es un lugar del trayecto en el que tengo que empezar a frenar".

Su punto de referencia, explica "era cuatro kilómetros antes de la curva" en la que descarriló posteriormente el tren. A esos cuatro kilómetros el maquinista debía empezar a frenar "para hacer una frenada de confort". "Lo único que avisaba de que el tren tenía que empezar a frenar era la memoria del maquinista", explica Garzón y detalla que es éste quien "tiene que mirar cuándo tiene que frenar"

Sobre la llamada que recibió, detalla que "fue una llamada de servicio" que está obligada a coger."Fueron cinco segundos, pero cinco segundos a 200 kilómetros por hora, que es la velocidad a la que iba el tren en ese momento, me desubicó", confiesa.

Además, declara que "la línea es túnel-puente-túnel-puente todo el tiempo", por lo que, "al perder" su "punto de referencia" ya se encontró la curva y, sorprendido, tiró "de todos los frenos, el de emergencia también, pero a esa velocidad ya es imposible frenar el tren". "Ya ves todo negro de que dices me salgo", afirma y desvela, que tras el accidente en todo momento lo primero" que pensó "fue en proteger el tren".