Amigos en problemas
Trump ya no es un referente: el giro de la ultraderecha europea ante la crisis económica y los aranceles
¿Qué están diciendo? La política económica errática y los aranceles impuestos por el presidente estadounidense fuerzan a figuras como Orbán, Le Pen y Abascal a suavizar su apoyo, mientras buscan justificar sus posturas ante una Europa cada vez más escéptica.

Hace solo tres meses, la ultraderecha europea se regocijaba en la cercanía con Donald Trump, abrazando su retórica y sus políticas. Trump era visto como un faro para los líderes populistas de Europa, quienes se alineaban con su mensaje sobre inmigración, el rechazo al 'woke', la crítica a la política tradicional, el minimismo del Estado y, sobre todo, su radical oposición a las energías renovables.
Este 'club de amigos', formado por figuras como Javier Milei, Giorgia Meloni, Viktor Orbán, Marine Le Pen y Santiago Abascal, compartía un ideario común: una Europa que se alejara de las políticas liberales, unida en su oposición a la globalización y a la hegemonía de instituciones como la Unión Europea.
Sin embargo, tras las decisiones económicas de Trump —principalmente sus aranceles y su errática política exterior—, esa relación comienza a tambalear. El presidente estadounidense, que en su momento fue considerado un líder que desafiaba el orden mundial, está ahora asociado con la inestabilidad económica, el deterioro de las relaciones diplomáticas y el aumento de la incertidumbre financiera.
Los aranceles impuestos por su administración han afectado directamente a los países europeos, y la humillación pública de Ucrania por parte de Trump, en la que minimizó el conflicto con Rusia y le restó importancia a las medidas de apoyo a Zelenski, ha dejado a muchos de sus antiguos aliados preguntándose si realmente vale la pena seguir su ejemplo.
El precio de seguir a Trump
Trump, con su lema 'Make America Great Again', ha impuesto un giro radical en las políticas internacionales que no ha sido tan beneficioso para sus aliados. En lugar de "hacer grande a América", las medidas adoptadas por su administración han acabado por afectar a las economías de los países que alguna vez vieron en él un aliado confiable.
Las bolsas de valores han caído, los precios han subido y las amenazas comerciales han dejado una estela de incertidumbre. Las políticas de Trump, diseñadas para favorecer a los intereses estadounidenses, han desestabilizado la globalización y puesto en riesgo las economías que dependían de relaciones comerciales más libres.
En este contexto, las figuras de la ultraderecha europea se ven ahora obligadas a reconsiderar su relación con Trump. Lo que parecía ser un apoyo incuestionable se ha transformado en un dilema político. De forma progresiva, Trump está siendo visto no como un líder al que imitar, sino como una figura cuyas decisiones económicas perjudican gravemente a sus propios aliados.
Este es un giro significativo, pues la ultraderecha europea se encuentra ante la disyuntiva de defender a un Trump cuyo legado de políticas proteccionistas y su enfoque confrontativo hacia Europa ya no parecen tan atractivos.
La reacción anglosajona y europea
La respuesta de los seguidores de Trump en el ámbito anglosajón ha sido rápida y combativa, pero su enfoque errático ha provocado un giro inesperado en Australia y Canadá, donde los candidatos populistas han tenido que moderar sus políticas para ganar apoyo. Los contrincantes han señalado que las políticas de Trump son ineficaces, lo que ha obligado a los candidatos de derecha a adoptar un discurso más pragmático.
En Europa, líderes como Marine Le Pen y Viktor Orbán siguen apoyando a Trump, pero se distancian de sus políticas más destructivas, especialmente en cuanto a los aranceles. Aunque no culpan directamente a Trump, critican la falta de entendimiento de la Unión Europea y defienden adaptar sus estrategias sin caer en los excesos de la administración estadounidense.
En España Vox se mantiene en silencio
En España, el panorama es similar pero con particularidades propias. Santiago Abascal, líder de Vox, fue uno de los primeros en estrechar lazos con Trump, incluso siendo invitado a su toma de posesión y posando para la foto con él. Sin embargo, tras los aranceles y la creciente tensión económica internacional, Abascal se ha mantenido sorprendentemente callado respecto a las políticas de Trump.
En lugar de criticar directamente al presidente, Vox ha preferido concentrar sus ataques en Europa, acusando a la UE de ser la responsable de la situación económica y criticando tanto al gobierno como a la oposición por no hacer frente a los desafíos actuales.
Aunque Abascal no ha lanzado una ofensiva contra Trump, la retórica de Vox sigue alineada con la visión de un Europa débil, desunida y sobreprotegida. La estrategia sigue siendo la misma: defender a España frente a la "casta" política europea, el pacto verde y las políticas que consideran perjudiciales para el país.