¿Cuándo mentía?

De "no tengo ni idea" a "sí, lo sabía": los giros de Ábalos sobre Air Europa, Begoña Gómez y Javier Hidalgo

El contexto El exministro de Transportes ha cambiado varias veces de versión sobre su conocimiento del rescate de Air Europa, la implicación de Begoña Gómez y su relación con Javier Hidalgo, mientras sigue en prisión preventiva y bajo investigación judicial.

De "no tengo ni idea" a "sí, lo sabía": los giros de Ábalos sobre Air Europa, Begoña Gómez y Javier Hidalgo

José Luis Ábalos multiplica sus versiones conforme avanza la presión judicial del caso Koldo. Lo que hasta hace meses eran negativas tajantes, hoy son matices, rectificaciones y contradicciones. El exministro ha pasado de asegurar que no existió ninguna relación entre el rescate público a Air Europa y la esposa del presidente del Gobierno a incorporar su nombre de manera reiterada en su relato.

Hace solo cuatro meses, Ábalos insistía en que Begoña Gómez no había tenido participación alguna en la operación que salvó a Air Europa de la quiebra. Hoy su discurso es otro. Según afirma en su última entrevista en diferido, Air Europa recurrió a Begoña Gómez "porque tenía acceso y capacidad". Añade que fue Javier Hidalgo, consejero delegado de Globalia, quien le trasladó esa impresión: "Había conocido a la esposa del presidente en un viaje fuera… tenía acceso y tenía capacidad… imagino que lo haría".

A estas palabras se suman otras voces del entorno del caso. El llamado 'doble Koldo' asegura haber escuchado conversaciones "en un tono muy cercano, empresarial, y que se entendían" entre Hidalgo y Gómez. Y el hijo mayor de Ábalos sostiene que su padre "está pagando los platos rotos", que "no tiene nada que ver con el rescate" a la aerolínea y que tanto Begoña Gómez como José Luis Rodríguez Zapatero le presionaron. Por el momento, ninguna de estas afirmaciones ha sido acompañada de pruebas documentales.

Lo más significativo es que muchas de estas contradicciones nacen del propio Ábalos. Sobre cómo supo que Koldo García estaba siendo investigado, ofreció dos versiones completamente diferentes. En público, cuando estalló el caso, afirmó: "No tengo ni idea, me he enterado ahora". Pero desde prisión preventiva, asegura algo muy distinto: "Sánchez me advirtió en un paseo por los jardines de Moncloa de que la Fiscalía estaba investigando a Koldo".

Las incoherencias no son nuevas. El episodio Delcy Rodríguez, la vicepresidenta venezolana que aterrizó en Barajas en enero de 2020, es uno de los casos más gráficos de cómo Ábalos se corrige a sí mismo en medio de una misma conversación. Primero negó que se tratara de una reunión: "No he tenido una reunión, yo he tenido un encuentro, que básicamente fue un saludo y, de alguna forma, recordarle que no podía entrar en España".

Cuando se le preguntó cuánto duró ese "saludo", respondió: "Pues yo creo que estaría en torno a 20 o 25 minutos". La periodista Ana Pastor se sorprendió: "Hombre, 20 o 25 minutos es más que un saludo". Ábalos contestó: "Sí, pero no me da tiempo a tratar nada, como comprenderá". Pastor insistió: "¿Se da cuenta de que lo mismo que yo le pregunto me lo niega, pero me lo confirma?". Ábalos matizó entonces que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, le había transmitido que "parece que viajaba también la vicepresidenta de Venezuela, pero asegúrate de que efectivamente no va a entrar en España". Y explicó que subió al avión, le fue presentada y que "lo tenía claro, que iba para Turquía".

Preguntado sobre si se trató algún otro tema, fue tajante: "En absoluto". Y describió quiénes estaban presentes: "Estaba el ministro de Turismo y el jefe de gabinete de la vicepresidenta".

Lo que Ábalos defiende un día, lo matiza al siguiente. Lo que rechaza en una entrevista, lo introduce con naturalidad semanas después. Sus discursos han pasado de negar cualquier relación a sugerirla, siempre "según le dijeron", "según escuchó", "imagina que ocurrió" o "cree recordar". Nuevas versiones sin documentación que las sostenga.

Las próximas decisiones judiciales marcarán hasta qué punto estas declaraciones tienen recorrido o quedan en meras contradicciones públicas. Por ahora, el único hilo constante en el relato de Ábalos es que ha dejado de ser constante.

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