Los papeles encontrados en la mansión de Mar-a-Lago de Donald Trump son documentos secretos, confidenciales. Un total de 15 cajas, que recorrieron de una esquina a otra la mansión y el club de golf del expresidente. Según la acusación, Trump, él mismo, los empaquetó en la Casa Blanca y los envió a Miami, concretamente a su casa de Mar-a-Lago.
Una vez allí se depositaron en el salón de baile "blanco y oro", así se llama, de su mansión, con capacidad para 1.000 personas. Un salón en el que se siguieron montando eventos y reuniones con los documentos presentes en la misma estancia.
Cuando molestaron, los movieron a lo que ellos llaman el 'Business Center', porque en una conversación grabada Trump pidió llevarlos ahí porque eran sus papeles. Pero ese 'Business Center' no es ningún lugar secreto, sino que está al lado del spa, de la tienda de regalos y de la piscina.
Cuando uno de los empleados necesitó la habitación los volvieron a mover. El lugar escogido fue un baño que dejaban abierto y al que se accedía desde la piscina. Bajo una lámpara de araña, un candelabro, sobre un suelo de mármol y entre el retrete, la ducha y la papelera guardó el expresidente de Estados Unidos material secreto del país.
Documentos sobre la capacidad nuclear y defensiva de Estados Unidos, sobre sus agentes en países enemigos, sobre operaciones de espionaje. En una foto que distribuyó el FBI se aprecia uno de los documentos. Es naranja porque ese color se le otorga a los papeles de "alto secreto". Llevan el código de "SCI" que indica que es material "muy restringido" y en unas siglas se indica que la información se obtuvo de fuentes humanas y de satélites espías propios. Es decir, información que necesita especial protección.
Archivos que lejos de tratarse con cuidado el equipo de Trump los trató de cualquier manera. Había tantas cajas que se volcaban y quedaban todos los documentos tirados y accesibles para quien pasara. Todo en una mansión, la de Mar-a-Lago donde se hacen bodas, presentaciones de películas o bautizos. Hasta 150 eventos se celebraron allí con los documentos secretos en esas condiciones.
Todo un show, en un Mar-a-Lago donde ya ha habido sospechas de espionaje. Una mujer china fue cazada colándose allí con cuatro teléfonos móviles, un portátil, un disco duro, nueve USB, cinco tarjetas SIM y un "detector de micrófonos". Y no fue la única en colarse. Una ruso parlante, ucraniana, llegó a acercase a Trump hasta hacerse una foto con identidad falsa. Para lograrlo se necesita hacerse socio del club social de Mar-a-Lago. Un trámite que cuesta 200.000 dólares.
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