A menos de 40 horas de que se les acabe el oxígeno, los equipos de rescate intentan localizar y salvar a los tripulantes del submarino perdido en medio del Océano Atlántico. Son cinco turistas que pagaron 250.000 dólares para ver los restos del Titanic y cuya pista se perdió el domingo. La hora límite es el jueves al mediodía. En activo está una de las operaciones de rescate en profundidad más complejas de la historia.

Al Titan se le considera el mayor entre todos los sumergibles de inmersión profunda y en su construcción han colaborado hasta ingenieros de la NASA. La nave apenas tiene unos siete metros de largo y dos de ancho y pesa unas diez toneladas. En un pequeño cubículo oscuro y sin asientos están ahora mismo a la deriva los cinco tripulantes a unos cuatro kilómetros de profundidad. Las dimensiones son tan pequeñas que el oxígeno que cabe dentro de la embarcación se agotará unas 92 horas después del cierre de compuertas.

Ese es el problema, que una vez cerradas las compuertas solo alguien desde fuera puede abrirlas. El submarino está completamente sellado y no tiene otra salida. El piloto maneja el vehículo con un pequeño mando. Para desplazarse, emplea cuatro propulsores eléctricos y dispone de unas cámaras y una ventana en un lateral del submarino para ver el entorno. Esas son sus únicas herramientas

Van prácticamente a ciegas porque dependen de las comunicaciones con la superficie a cargo de Starlink, la tecnología por satélite de Elon Musk. Pero estas comunicaciones se perdieron tan solo una hora después de que el submarino emprendiera su inmersión.

El objetivo de la operación tan arriesgada y cara es ver lo que queda del Titanic. El CEO de la empresa y uno de los tripulantes desaparecidos, llama a sus clientes 'titaners'. Por 250.000 euros la expedición incluye la inmersión, el alojamiento y los entrenamientos previos. Eso sí, el seguro de viaje no está incluido. Por eso todos los tripulantes firman un documento en el aceptan los riesgos que entraña la expedición y que la embarcación no esté homologada por ningún organismo oficial.

El sumergible cuenta con un sistema de lastres que puede soltar en una emergencia para salir a flote. Una vez arriba, puede emitir una serie de señales, para alertar sobre su ubicación. Es demasiado pronto para saber lo que ha ocurrido, pero los expertos apuntan a un fallo eléctrico, un problema con las comunicaciones o que se haya enredado entre los restos del Titanic. Por eso los buscan en la superficie y en el fondo marino. Aunque los expertos creen que si no ha logrado subir a la superficie por sus propios medios, las opciones de encontrar la nave son muy limitadas.