Los diez días de paro del transporte se han hecho notar en los supermercados, con algunos alimentos que escasean en los lineales, especialmente la leche y el aceite, que han desaparecido de muchas estanterías. Pero el problema no está solo en el reparto, también es por culpa de la psicosis a la hora de comprar estos productos. laSexta Clave ha analizado el origen de estos paros de los pequeños empresarios del transporte, cuyo origen está en el precio de los carburantes, pero no es el único motivo.

El Gobierno ha ofrecido 500 millones de euros en subvenciones y los transportistas dicen que no es suficiente. Según el cálculo que hacen, ese dinero no cubre el sobrecoste provocado por la subida del precio del gasoil.

Hay 390.000 camiones en total, repartiendo esos 500 millones entre los camiones deja 1.300 euros por camión y ellos aseguran que ellos tienen un sobrecoste de 2.000 euros,por tanto perderían 700 por camión. No les salen las cuentas.

A la queja de la subida del precio del combustible, un 30% en lo que va de año, se suma que les pagan muy poco por transportar las mercancías. Tan poco que aseguran que en este momento están trabajando a pérdidas, por debajo de todo lo que les cuesta llevar las mercancías.

La inflación, disparada

Lo que ocurre es que con la inflación disparada, todo el mundo está ajustando los márgenes y buscando dónde ahorrar. Y empieza el círculo vicioso: los supermercados no quieren trasladar del todo la subida de los precios a los productos, y por eso ahorran en otras cosas, y por supuesto que están ahorrando en lo que pagan a los transportistas.

¿Bajará el precio de la energía?

Estas tensiones se trasladan a todos los sectores hasta que la inflación no esté bajo control. La inflación, que según el último dato está en el 7,6%, cambiaría si sacamos de la ecuación la energía.

Esta "solución" nos lleva a Bruselas, donde este jueves arranca uno de los consejos europeos más importantes en el que se va a intentar poner una solución al precio de la energía. Pero por el momento no parece que vaya a haber una solución conjunta, y más bien quedará en manos de cada estado.

España y Portugal, por ejemplo, podrían topar o cambiar el sistema de precios por su cuenta.