Rusia sigue avanzando en su campaña por recuperar los valores tradicionales que, según el Kremlin, Occidente ha abandonado. El último movimiento del gobierno de Vladímir Putin es un proyecto de ley que propone severas multas para aquellos que promuevan o defiendan la decisión de no tener hijos, conocido como el 'movimiento childfree'.
La ley, aún en discusión en la Duma Estatal, plantea sanciones económicas que van desde los 4.000 euros para personas físicas, 8.000 euros si el infractor es un funcionario público, hasta 50.000 euros en el caso de empresas u organizaciones. Además, se prevé la deportación automática para ciudadanos extranjeros que participen en la difusión de esta postura.
Solo habrá tres excepciones que permitirán a los ciudadanos eludir estas multas: razones médicas, religiosas o si la negativa a tener hijos se debe a una violación. Esta medida surge en respuesta a la grave crisis de natalidad que enfrenta Rusia, la más severa desde la caída de la Unión Soviética. A pesar de los incentivos financieros introducidos desde 2007 para promover la maternidad, la tasa de natalidad sigue en declive.
El presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, argumentó que "la propaganda del rechazo consciente a tener hijos" ha ganado terreno, y que es necesario "eliminar de nuestras vidas todo lo que interfiera con el aumento de la tasa de natalidad". Las sanciones no solo afectarán conversaciones personales, sino también medios de comunicación, publicidad, películas y redes sociales.
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