La periodista Alba Blanco ha hablado en laSexta Clave de los refugiados palestinos, el espejo del origen del conflicto entre árabes e israelíes. La historia de miles de vidas arrebatadas de sus hogares arranca con el inicio del conflicto, en lo que se bautizó como 'Nakba' en 1948. En ese momento, más de 700.000 palestinos tuvieron que huir de su tierra en cuatro oleadas, tras la guerra que enfrentó a árabes e israelíes por la declaración del Estado de Israel.

La victoria de los judíos provocó una expulsión masiva de dos tercios de la población a Gaza, Cisjordania y países árabes vecinos. Hasta 20.000 personas consiguieron volver tras el conflicto. Sin embargo, otros miles murieron en el intento.

De nada había servido que antes de acabar la guerra la ONU hubiera regulado en la resolución 194 el retorno de los exiliados. El artículo 11 reconocía su derecho a regresar lo antes posible, a vivir en paz, y a compensaciones económicas para aquellos que decidieran no hacerlo. Sin embargo, las resoluciones de la Asamblea no son vinculantes, por lo que 75 años después sigue sin cumplirse.

De hecho, esos éxodos masivos vuelven a repetirse dos décadas después tras la Guerra de los Seis Días, en 1967. Las hostilidades entre Israel y sus vecinos estallan y otras 300.000 personas se quedaron sin hogar o se vieron obligadas a huir, algunos por segunda vez.

Así, se instalaron en inmensos campos de refugiados, como en el Líbano, donde pasan de 128.000 en 1950 a 350.000 palestinos buscando cobijo en 1970, en una población de poco más de dos millones de personas. Allí, se verán sometidos a cruentas matanzas y a una guerra civil en el país.

Para la ONU, también son refugiados los descendientes de quienes se exiliaron al origen del conflicto, por lo que en los últimos años la cifra se dispara a más de cinco millones de personas repartidos en 58 campos de refugiados y con diferentes estatus según el país.

Hoy en día, el llamado el derecho al retorno sigue enfrentando a las partes. Palestina reclama que se cumpla la resolución de la ONU, pero esto supondría que la comunidad judía quedaría en minoría. Algunos llevan décadas allí, han visto nacer allí a sus hijos, pero su futuro sigue en el mismo limbo que la propia resolución del conflicto.