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¿Reconciliación o venganza del emérito? Juan Carlos I lanza reproches a Felipe, dardos a Letizia y mucho cariño para 'Sofi'
Los detalles Juan Carlos I abre sus memorias como nunca antes: habla de su vida, de esos dos romances que reconoce, de los desencuentros con Felipe VI y Letizia, y deja claro que, pese a todo, el cariño por Sofía sigue intacto, mientras cuenta por qué decidió alejarse de España.

Juan Carlos I ha vuelto a los titulares, pero no con alfombras rojas ni actos oficiales. Lo hace con un libro que promete "decir la verdad" y ajustar cuentas al mismo tiempo. 'Reconciliación', se titula, aunque leyendo entre líneas podría llamarse perfectamente 'V de Vendetta'. Porque detrás de recuerdos y confesiones hay reproches, silencios y un emérito que parece querer vengarse… incluso de su propia familia.
En sus páginas, Juan Carlos asegura haber tenido solo "dos deslices sentimentales" en toda su vida, y se lamenta de su situación actual: "Acabo con solo dos maletas… y un mayordomo en un Four Seasons". También califica como un error haber aceptado los 100 millones de dólares del rey saudí, aunque pasa de puntillas sobre los problemas legales que rodearon esos fondos.
El libro está escrito en francés, pero apunta directamente a España. Según su coautora, Juan Carlos quería dejar un legado para los jóvenes que "no saben nada de la Transición" y mostrar que, a pesar de lo que algunos piensan, él es "muy trabajador".
Aunque el título sugiera acercamiento, hay claros dardos de revancha: Juan Carlos acusa a los medios y al Gobierno de transformar la investigación judicial en "una caza de brujas", y señala indirectamente a Pedro Sánchez como responsable de su salida del país. En sus palabras: "Por la presión de los medios y del Gobierno, tras la revelación de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y por acusaciones totalmente infundadas, decido partir para no dificultar el buen funcionamiento de la Corona ni molestar a mi hijo".
Relata incluso cómo Felipe VI le pidió, a través de mensajes indirectos, que no asistiera a ciertos actos, y cómo eso le hizo sentir rechazado y apartado: "A dónde vas, jefe? —me preguntó Felipe VI— No, a Abu Dabi. —Cuídate. Ese anuncio significaba que me rechazas, le dije".
Respeto a Felipe, reproches a Letizia, amor a Sofía
Juan Carlos mantiene respeto por su hijo en lo institucional, pero no oculta su dolor personal: "Mi hijo me dio la espalda por deber… entiendo que como rey debe mantener una postura pública firme, pero sufrí por su insensibilidad". Siente que la frialdad de Felipe y las decisiones de la familia le han privado de transmitir su legado a las nuevas generaciones.
Con la reina Letizia, la relación es fría: "Le repetí una y otra vez: 'La puerta de mi despacho estará siempre abierta para ti, ven cuando quieras'. Pero nunca vino". Juan Carlos lamenta que esta distancia afectara la relación con sus nietas, Leonor y Sofía: "No he podido transmitirles la genealogía, la historia y los valores de nuestra familia, ni darles algún consejo de futuro".
En cambio, con Sofía mantiene un tono afectuoso y respetuoso: "Nada cambiará mis sentimientos profundos hacia mi mujer, Sofi, mi reina, ni siquiera algunos deslices". Aunque también se muestra dolido porque ella no realizó ciertos viajes para verlo, posiblemente para no molestar a Felipe.
Romances y discreción
Sobre sus relaciones sentimentales, Juan Carlos reconoce solo dos: "Reconozco que he tenido dos deslices sentimentales. Una relación en particular se hizo pública y será hábilmente instrumentalizada, con graves consecuencias para mi reinado".
Se sobreentiende que habla de Corinna Larsen y Marta Gayá, mientras deja fuera de su relato a figuras mediáticas como Bárbara Rey, así como los romances que se le atribuyeron con Sara Montiel o Lady Di. Sí menciona amores de juventud como Gabriela de Saboya, controlando qué historias contar. Su silencio sobre Bárbara Rey deja claro que algunas heridas quedan fuera, un gesto que muchos interpretan como venganza.
'Reconciliación' es mucho más que un libro de memorias: es un manual de reivindicación personal, familiar y política. Mezcla nostalgia con reproches, ternura con críticas, y plantea un dilema central: "Sé que algunos miembros del Gobierno han manifestado su descontento con que haya ido al funeral de la reina Isabel, pero ¿cómo podían impedirme darle un último homenaje a mi prima, amiga y reina?"
Más que reconciliación pura, hay un claro mensaje de venganza disfrazada de transparencia, un ajuste de cuentas con Felipe VI, Letizia, los medios e incluso el país que, según él, no siempre entendió sus decisiones.
Al final, la gran pregunta que deja la obra es inevitable: ¿quiere Juan Carlos acercarse y reconciliarse con España y su familia, o es un libro para reivindicarse y vengarse? La respuesta quizá esté entre las páginas de 'Reconciliación', donde la nostalgia y la revancha conviven incómodamente, como dos caras del mismo emérito.
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