El 11 de septiembre de 2013, un grupo de ultras de extrema derecha entró en la librería Blanquerna, la sede de la Generalitat de Catalunya en Madrid. Los asaltantes empujaron y amenazaron a las personas que asistían a la celebración de la Diada. Los 14 ultras fueron condendos por el Tribunal Supremo a más de dos años de prisión por un delito de desórdenes. Más de ocho años después, por fin van a entrar en prisión: diez de los 14 condenados serán encarcelados, tal y como ha ordenado la Audiencia Provincial de Madrid.

Entre el 25 y el 29 de noviembre, todos ellos tienen que recoger presencialmente su mandamiento de ingreso en prisión y, una vez lo tengan, los diez condenados van a disponer de diez días para ingresar en la cárcel que ellos mismos elijan. Allí cumplirán una condena mínima de 2 años y 7 meses. Uno de los condenados que tendrá que entrar en la cárcel es Manuel Andrino, el líder de la Falange. Pero ¿quién es? En resumidas cuentas, un fascista. Al menos, afirmó hace algunos años que no le molesta que se dirijan a él así.

"Yo soy falangista, y cualquier otro tipo de apelativo ni me molesta ni me deja de molestar. Soy falangista, y a buen entendedor, como dice el refrán español, pocas palabras...", llegó a señalar. Vallecano y de familia obrera, Andrino se afilió a la falange al comienzo, como él mismo dijo, de su "madurez", con 13 años: "Los 13 años de antes eran muy distintos a los de ahora. En mi época ya habíamos vivido muchas cosas. Ahora, a esa edad, los jóvenes solo se preocupan por jugar a Pokémon y otras tonterías".

Se afilió, según ha apuntado en alguna ocasión, por "sentimientos muy primitivos", y su ideología se puede resumir en sus grandes frases para entender sus posiciones sin entrar mucho en el barro. Andrino cree que "vivimos gobernados por partidos corruptos vendidos a independentistas y terroristas", y considera que "la democracia es un mal que favorece la muerte, el saqueo, las conductas antinatura como la homosexualidad y el pisar a nuestros muertos". No son sus únicas perlas, pues también ha tenido palabras para la Constitución Española. Un adelanto: no le gusta.

"Esta Constitución nos parece una bazofia, desde su preámbulo hasta su último artículo", advirtió en un mitin. Y el Código Penal, claro también apesta para él. La prueba, su ficha policial: en 2005, fue condenado por estafar a una anciana incapacitada para quedarse con su casa; en 2015, fue arrestado por tenencia ilícita de armas (dentro de una trama para armar a la extrema derecha); en el ultimo año y medio, está viviendo su momento más 'macarra' y rebelde. La Guardia Civil le cazó pintando el característico yugo y las flechas en Labajos, pueblo de Segovia del fundador de las JONS.

Por si no fuera suficiente, en marzo se saltó el cierre perimetral para ir a cantar el 'Cara al sol' a Valladolid. Con esta trayectoria, estos dos últimos hechos podrían parecer casi 'adolescentadas', pero vienen de un hombre que en 2016 se fue a Mosul a combatir contra DAESH, una experiencia que, según afirmó, le sirvió para asegurar que los refugiados son un peligro (seguro que ya lo pensaba antes). Además, para evitar el 'procés' independentista, llamó a "matar por España".

Su último momento mediático tuvo lugar el 20 noviembre de 2018 en la Plaza de Oriente. Aquí la Falange se manifestó en recuerdo al "dictador, golpista, represor Francisco Franco", y enfrente aparecieron las Femen, activistas feministas. Andrino bajó del escenario y empujó a una de ellas del pecho. ¿Había otros lugares para empujar? Sí. ¿Agarró de ahí? También. Así boicotearon el acto al hombre que había boicoteado otros.